La voz es una herramienta muy poderosa que puede ayudar a enfantizar el deseo que se experimenta en el momento.
Por ello, frases tan simples como: “qué quieres hacer ahora” o “te voy a hacer lo que te gusta”, pueden ser extremadamente eróticas si se dicen en el tono y el momento apropiados.
Hablar durante el sexo ayuda a desinhibirse con la pareja y, al mismo tiempo, crear un acercamiento mucho más sensual.
Permite pautar el ritmo, pedir y exigir lo que gusta y provocar al otro una y otra vez.
En definitiva, aumenta el morbo.
Verbalizar el placer incita el cerebro y activa la zona que se encarga de buscar pareja, y la que controla el ciclo hormonal, lo que hace que el deseo sexual se incremente.
El contacto físico logra que esta estimulación sea mayor.
Bastará con algunas palabras o incluso jadeos para que tu mente se configure a disfrutar más, a la recompensa y la excitación.
De igual manera, se abre la puerta al lenguaje no verbal.
Los gemidos y los movimientos pueden ser potentes y servirán para el mismo fin: expresar con actos el disfrute, el bienestar y el goce.
También, decir o escuchar palabras cargadas de erotismo estimula la transmisión de dopamina, una sustancia que impulsa la excitación en el sexo.
Las manifestaciones “calientes” pueden realzar la intensidad emocional y física de la experiencia sexual.
Todo esto, en conjunto, puede fortalecer la relación amorosa dentro y fuera de la cama.