El alcalde Enrique Galindo…amedrenta a quien no piense como él

Mal la prepotencia que mostró el Alcalde intimidando a quienes pretendan citar algo en su contra

DECLARACIONES: Las que se aventó el alcalde ayer fueron aberrantes, en su calidad de político no acepta críticas y se escuda diciendo que “es una guerra sucia en mi contra y en contra de mi familia”. (Sic)

OBLIGACIÓN : En su calidad de servidor público está obligado a dar respuesta de su actuación como alcalde y errar sentirse atacado desde la función pública, no es más que una estrategia para desviar la atención con una administración que ha sido opaca en la asignación de la obra pública y en el manejo de los recursos de los potosinos.

RESPONSABILIDAD : El pensar que son ataques a quien haga señalamientos contra su esposa, no es una situación mas que confundida de su percepción de la vida pública; no debe olvidar que él decidió llevarla a la dirección del DIF Municipal, (no hay ley que la obligue a asumir ese cargo), por lo tanto desde ese momento se convierte en servidora del municipio y está sujeta a crítica y análisis de la ciudadanía.

SUPLENTE: En su repetida intención de llevar a su pareja a la vida pública, no puede olvidar que intenció con el canto de las sirenas para “acomodarla” en la senaduría con ni más ni menos que el PAN (es un alcalde priísta), como titular Verónica Rodríguez y en la suplencia a su compañera Esthela Arriaga…en una palabra, terqueó en subirla al escenario político.

PREPOTENTE: Continuando con el tema de la ley “soy autoridad”, muy iracundo se vio Galindo, que desde la silla del poder municipal se atreve a amedrentar a quien lo ataque o señale públicamente, perdió el piso queriendo decir que él sabe como “investigar” y “dar con quienes lo señalan”, y que “sabe a quien preguntarle” para conocer de dónde viene lo que él justifica como campaña negra, le salió la sangre cantinfelsca del patrullero 777.

INTIMIDACIÓN: Mal la prepotencia que mostró Galindo intimidando a quienes pretendan citar algo en su contra, lo que lo muestra como una persona que no le gusta que alguien piense distinto, mismo que su gente cercana no se atreve a decírselo de frente pero si lo comentan en los pasillos del ayuntamiento, tal fue el caso de Fernando Chávez que mas adelante abordaremos.

OPACIDAD: Quienes lo han criticado han exhibido los excesos familiares, de los que existen antecedentes que sí mezclan a personal del ayuntamiento en sus propósitos…o sea, ha existido hasta descuido de los que hoy se han convertido en sus fantasmas, que son los propios “bots” que según él lo persiguen, pero que en la realidad no han exhibido las desmesuras de sus cercanos.

INADECUADO: Impensable verlo como un personaje que pueda hacer política, peleando y amedrentando públicamente a quienes no piensan como él quisiera. Solito se tropezó.

INAUDITO: El comportamiento iracundo y prepotente del alcalde, incluyendo amenazas veladas, revela un abuso de poder y una intolerancia a la discrepancia, lo que socava la democracia y el diálogo político.

GIRO: La vida da vueltas muy rápido, y el alcalde no parece medirlo. Fernando Chávez, siendo secretario del ayuntamiento, se atrevió a confrontarlo y plantearle sus errores… en una desolada tarde fue citado en la Unidad Administrativa Municipal para ser excluido de su equipo. Sin embargo, ahora, paradójicamente, Chávez se convierte en su jefe político al ser representante de Xóchitl Gálvez en el Estado.

FUERZA: Fernando Chávez ya le mostró el músculo a Galindo en la visita de Xóchitl Gálvez, atiborrando el evento con panistas y exhibiendo la debilidad política que tiene el alcalde en el PRI, en donde también se atrevió a pelearse hasta el cansancio.

TESTARUDO: Solo las ínfulas de Enrique Galindo le atrevieron para enfrentarse a “Alito” Alejandro Moreno para intentar derrocar su presidenta Sara Rocha, lo que finalmente no ocurrió y terminó por dejar a un alcalde con intenciones desorbitadas…y sin partido. O sea, ni de aquí ni de allá.

TRASCENDIÓ: Lo que se ha comentado después de esos episodios, es a un Fernando Chávez atacado de la risa ante las extrañas formas de intentar hacer política de su ex jefe, con la expresión “pobre, no le entiende”, dándole por su lado pero con el inevitable rose de hombro hacia el precipicio. En política el que la hace la paga, reza un inconfundible refrán.