De deepfakes y ‘por no venganza’: por qué se utiliza la sexualidad para dañar a las mujeres

“Mira, yo le he dicho a mi padre y a mi madre y a mis amigos que tú ya estás perdida antiguamente se decía esa palabra, que tú ya estás así. Si te quieres venir, te vienes, y si no, yo voy a levantar la voz de que tú estás así, a ti no se te va a acercar ningún hombre más”.

Este fue el testimonio de Ana Orantes en Canal Sur el 13 de diciembre de 1997, relatando cómo había comenzado su relación con quien fue su maltratador y asesino: con una amenaza atravesada por la honra y la sexualidad. Aunque esta forma de violencia sexual encuentra su enunciación en términos como por no venganza, sexcasting, deepfake pornográfico…, la instrumentalización de la sexualidad de las mujeres para dañarlas “no es una estrategia de dominación reciente, sino que ha sido una forma histórica de construir la feminidad como algo problemático”, apunta a Newtral.es la filósofa e investigadora Raquel Miralles.

En el imaginario colectivo reciente pero previo a la digitalización de la vida, si hablamos de pornovenganza, hablamos de Pamela Anderson.

En resumen: un extrabajador de Tommy Lee, entonces marido de Anderson, sustrajo una cinta íntima de la pareja, de contenido sexual, y la distribuyó para vengarse de Lee por su maltrato laboral.

Sorpresa: aquello no tuvo apenas impacto en la carrera de Tommy Lee, mientras que para Pamela Anderson fue un escarnio público.

Haber posado en topless la anuló como sujeto con agencia propia.

Se entendió que no podía demandar ni exigir justicia porque una vez se había desnudado, su consentimiento sobre su sexualidad era una carta blanca.

La idea que subyace, y de ahí la importancia de hablar de consentimiento, es que la sexualidad de las mujeres, su cuerpo, “es público”, como explica la investigadora Nerea Barjola.

“La mirada patriarcal entiende que no podemos autogestionar y autorregular nuestra sexualidad. Se niega el consentimiento porque se entiende que estamos a disposición de cualquiera”, añade.

El reverso de esto son las herramientas que tratan crear un margen ficticio sobre cómo protegernos de esa libre disposición: “Hemos pasado del ‘no salgas de casa vestida así’ a ‘no muestres determinadas actitudes en redes’ o ‘no subas una foto así’.

De esa forma, se nos responsabiliza de las violencias sexuales que suframos, y ese paradigma patriarcal se fortalece”, expone Barjola, autora del ensayo Microfísica sexista del poder (Virus Editorial, 2018).

La efectividad de la ‘pornovenganza’ contra las mujeres

El reciente caso de pornovenganza de deepfakes pornográficos para victimizar a varias adolescentes de Almendralejo o la difusión de imágenes sexuales de una menor que ha provocado la investigación de cuatro canteranos del Real Madrid pone de manifiesto que instrumentalizar la sexualidad de las mujeres sigue siendo una herramienta efectiva para ejercer daño.