Más de tres décadas después de su muerte, la casa parisina del cantante Serge Gainsbourg abrirá sus puertas el 20 de septiembre, para celebrar la carrera y la vida del legendario autor de la canción “Je t’aime… moi non plus”.
Desde su muerte en 1991, su hogar, ubicado en el elegante distrito VI de París, había atraído a innumerables fanáticos, que a lo largo de los años han ido cubriendo la fachada con etiquetas y graffitis. Pero la casa siempre permaneció cerrada al público.
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Sólo la familia y algunas celebridades, como el diseñador de moda Karl Lagerfeld, o el actor Jean-Paul Belmondo (vecino de Gainsbourg) habían podido acceder al interior de este cuasi mausoleo en memoria del maestro, que inspiró varias artistas en Francia y en el extranjero.
A partir del 20 de septiembre, los visitantes podrán dejarse guiar por la voz de su hija, Charlotte Gainsbourg, mediante una audioguía.
“Déjeme que le abra las puertas de la casa”, indica la voz de Charlotte, también cantante y actriz, en la entrada de la casa, en el nº5 bis de la calle de Verneuil.
” Colillas y chocolatinas”
La casa estuvo a punto de ser asaltada varias veces, en una ocasión sufrió un conato de incendio. Pero la familia conservó el interior sin cambios.
Como los cigarrillos Gitane que Gainsbourg consumía sin pausa, y cuyos restos aún permanecen en los ceniceros.
O unas chocolatinas que el artista consumía con regularidad, aún envueltas en plástico.
Aparte de los paneles de cristal, que impiden al visitante entrar en las habitaciones, la casa apenas ha sido restaurada.
En el salón se puede contemplar el piano negro -del mismo color que paredes y techos-, los discos de oro y las fotografías de las mujeres que acompañaron la vida de Serge Gainsbourg: Brigitte Bardot o Jane Birkin, recientemente fallecida.
“Después de su muerte no quise tocar nada. Inmediatamente hablé de abrir un museo porque él mismo lo había mencionado”, confió Charlotte el miércoles ante algunos periodistas, en una visita privada.
Pero luego le entraron dudas. “Hubo momentos en los que ya no tenía confianza y no quería que entrara nadie”, explicó.
Situado unos números más adelante, en la misma calle de Verneuil, un museo de Gainsbourg también abrirá sus puertas y permitirá exponer objetos que, por falta de espacio, no eran visibles en la casa. Gainsbourg amontonó una gran cantidad de baratijas a lo largo de su vida.
Se esperan unos 100.000 visitantes cada año.