Steve Bannon, excolaborador de Donald Trump, fue condenado a tres años de libertad condicional tras engañar a donantes que aportaron millones de dólares para la construcción de un muro en la frontera con México.
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Steve Bannon, exestratega principal de la Casa Blanca bajo la administración de Donald Trump, se declaró culpable de fraude en relación con una campaña de recaudación de fondos destinada a financiar la construcción de un muro en la frontera entre Estados Unidos y México. La sentencia fue dictada por un tribunal de Nueva York, que condenó a Bannon a tres años de libertad condicional.
La condena también incluye restricciones que prohíben a Bannon ocupar cargos como funcionario o director de cualquier organización benéfica en el estado de Nueva York, así como la incapacidad de gestionar o participar en organizaciones sin ánimo de lucro o de recaudación de fondos. Asimismo, no podrá recibir ni poseer activos provenientes de organizaciones benéficas.
El fraude que Bannon cometió involucró el engaño a miles de donantes, quienes contribuyeron con más de 25 millones de dólares a la iniciativa We Build the Wall (Nosotros construimos el muro), un esfuerzo independiente que pretendía llevar a cabo una de las principales promesas de campaña de Trump: la construcción de una barrera más extensa en la frontera con México. Bannon, junto con otros involucrados en el proyecto, desvió parte de estos fondos para beneficio personal, lo que llevó a las autoridades a investigar y procesar a los responsables.
Bannon había inicialmente declarado no culpable de los cargos, y su juicio estaba programado para comenzar el 4 de marzo de 2025. Sin embargo, su decisión de declararse culpable pone fin a los procedimientos judiciales, aunque sus repercusiones no se limitan solo al fraude financiero. Además de la condena actual, Bannon ya había sido sentenciado a cumplir cuatro meses de prisión en un caso previo por desacato al Congreso de EE.UU.
Steve Bannon, quien jugó un papel crucial en la campaña que llevó a Trump a la presidencia en 2016, se distanció de la administración tras su salida de la Casa Blanca en agosto de 2017. Su salida fue atribuida a su enfoque radical para desmantelar lo que él consideraba una clase política corrupta, así como a sus choques con otros miembros del gobierno y con los republicanos del Congreso.
Tras cumplir su condena por desacato, Bannon se describió a sí mismo como un “preso político” y acusó a figuras prominentes como Kamala Harris, exvicepresidenta de EE.UU., de estar detrás de su persecución. A pesar de la controversia, el caso de Bannon resalta las profundas divisiones en la política estadounidense, especialmente en torno a las promesas de la administración Trump sobre el control migratorio y el muro fronterizo.
La condena de Bannon no solo sienta un precedente sobre los abusos en la recaudación de fondos en campañas políticas, sino que también subraya las continuas implicaciones legales y políticas del legado de Trump y sus aliados cercanos.