Los desposeídos y su “pecado original”

“Para los vagabundos jóvenes, azotes y reclusión. Se les atará a la parte trasera de un carro y se les azotará hasta que la sangre mane por su cuerpo, devolviéndolos luego, bajo juramento,  a su tierra natal o al sitio en que hayan residido en los últimos tres años, para que “se pongan a trabajar”. En caso de reincidencia y vagabundaje, deberá azotarse de nuevo al culpable y cortarle media oreja: a la tercera vez que se le sorprenda, se le ahorcará como criminal peligroso y enemigo de la sociedad”. Ley promulgada por el rey de Inglaterra Enrique VIII en 1530.

Este era un ejercicio de autoridad de la monarquía británica, para someter y controlar  al ejército de reserva,  la mano de obra sobrante de miles de familias proletarias hundidas en el hambre y miseria  alrededor de los  burgos y  de las grandes manufacturas en Inglaterra de los siglos XV y XVI. Esa mano de obra excedente antes trabajaba y vivía en el campo, pero con el desarrollo del capitalismo e introducción de maquinaria a la producción agrícola;   los antes jornaleros que trabajaban la tierra,  fueron despojados a sangre y fuego de sus terrenos, para convertir sus predios en amplias zonas de pastizal y sembradíos de algodón,  para la introducción de ovejas y el cultivo algodón,  y  producir grandes cantidades de materia prima que requería  la creciente industria textil, puntal de la economía capitalista en aquella época, y acumulación de riquezas a costa del trabajo asalariado de una nueva clase social explotada: el proletariado.

La “acumulación originaria del capital”  – que Carlos Marx, explica en su monumental obra  Contribución a la Crítica de la Economía Política, dice  que la acumulación  “nace con manchas naturales de sangre en un carrillo, el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza” – nace del robo y saqueo de las tierras de los campesinos de Inglaterra de los siglos XIV, XV y XVI,  para obligar a esa sobrante mano de obra rural;  a trabajar en las grandes manufacturas, minas y las nacientes fábricas del Reino Unido;  pero cuando en las distintas ramas industriales  aparece la sobreproducción de mercancías  y crisis económica;  los desempleados les estorban a los dueños del capital,  y son tratados como vagabundos, holgazanes y hasta criminales, que lo único que merecen es la cárcel o la horca. Aquí surge  el “pecado original” de los desposeídos y a la par, la acumulación originaria del capital.

 La nuevos proletarios,  despojados de sus tierras y  carentes de medios de producción, pero    productores de  la riqueza social, aunque no disfruten de ella;  lo único que tienen que ofrecer es su fuerza de trabajo para sobrevivir, y buscar donde los ocupen y paguen mejor.

En un apartado  de la referida obra de gran pensador del proletariado mundial, Carlos Marx,  denominado La Ley General de la Acumulación del Capitalista nos explica lo que es la producción progresiva de una superpoblación relativa o ejército de reserva,  y el fenómeno de la inmigración y emigración de los sectores laborantes. “Los salarios altos salarios empujan a un sector mayor de la población obrera a la órbita de producción favorecida, hasta que ésta se sature de fuerza de trabajo y los salarios a la larga, vuelvan a su nivel primitivo o caigan incluso por debajo de él, como ocurrirá si la influencia de los obreros es excesiva. A partir de este instante, no sólo cesará el movimiento inmigratorio de los obreros en la rama industrial de que se trata, sino que promoverá un movimiento de emigración”.

Así se explica el movimiento actual  de emigración masiva o deportación forzada de trabajadores que impulsa el capitalismo imperialista de  EEUU hacia inmigrantes de México,  y hacia obreros de otros países pobres que han acudido hacia el vecino país, buscando altos  salarios y mejores oportunidades de trabajo. Así vemos  crueles e inhumanas imágenes de deportación hacia los braceros  – tratados como criminales y encadenados con grilletes en pies y manos,  y mandados a sus países de origen –   como hace 500 años, cuando hizo su aparición el capitalismo y su acumulación originaria.

Esta cruel deportación de inmigrantes por parte del imperialismo norteamericano muestra también signos de su decadencia en el terreno de la producción y economía;  por la sobreproducción de mercancías, especulación financiera, déficit fiscal de riesgo que alcanza el 8.1 % del PIB, una inflación del 2.9% y un endeudamiento histórico de 34.5 billones de dólares; llevando a este régimen en sus últimos estertores,  a proteger su economía;   lanzando amenazas de incremento de aranceles a sus socios comerciales, México y Canadá; a invadir regiones, como la Franja de Gaza, Groenlandia, entre otras.

Ante este eminente avasallamiento de la cabeza del imperialismo capitalista, de  mayor explotación y posible invasión hacia los pueblos y naciones pobres del planeta;  hace falta hoy,  como en el pasado,   que las clases laborantes, que los portadores del “pecado original”, los desposeídos del mundo se unan;  se organicen en una auténtica fuerza partidaria en sus respectivos países y luchen por una nueva forma de producción social, un nuevo modelo económico;  donde el hombre deje ser lobo del propio hombre, y la acumulación de riqueza social, se distribuya en beneficio de toda la sociedad, y no, en la ambición desmedida y obscena de unos cuantos. Punto.

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