45 años; El Árbol de la Noche Triste, un mito consumido por el fuego

El histórico ahuehuete, testigo de la resistencia indígena y la derrota de Cortés, fue consumido por un incendio el 10 de enero de 1980, marcando el fin de una era de conservación.

El 10 de enero de 1980, un incendio arrasó con el histórico Árbol de la Noche Triste, ubicado en la antigua Calzada México-Tacuba, en la Ciudad de México. Este ahuehuete, símbolo de la resistencia indígena y la leyenda de la derrota de Hernán Cortés en 1520, ya había sufrido daños en el pasado, pero esta vez el fuego lo consumió casi por completo. El suceso dejó a la capital sin uno de sus emblemas más entrañables, que durante siglos fue testigo del paso de la historia.

Este árbol, cuyo origen remonta a la época de la Conquista, fue asociado con un episodio clave en la historia de México: la Noche Triste, cuando Cortés, tras perder una batalla contra los mexicas, supuestamente lloró bajo su sombra. A lo largo de los años, el Árbol de la Noche Triste había sido objeto de conservación y cuidado, pero también de ataques y descuidos que finalmente lo llevaron a su perdición.

¡SIGUE NUESTRO MINUTO A MINUTO! Y ENTÉRATE DE LAS NOTICIAS MÁS RELEVANTES DEL DÍA

La noche del 10 de enero de 1980, mientras se celebraba una festividad en la plaza donde se encontraba el árbol, chispas de fuegos pirotécnicos alcanzaron su corteza seca, lo que desató un incendio de grandes proporciones. El fuego, que fue combatido por bomberos durante más de seis horas, afectó gravemente el corazón del árbol, el cual ya había sido tratado en diversas ocasiones con injertos y cuidados especiales para mantenerlo con vida.

Este no fue el primer ataque al árbol. En 1872, un incendio provocado por un individuo de origen español, quien roció el árbol con petróleo, dañó la base del ahuehuete. Durante los años siguientes, el árbol continuó sufriendo daños debido a diversos incidentes, y en 1981, un grupo de vándalos volvió a prenderle fuego, acabando con lo que quedaba de la estructura natural.

A lo largo de los años, el árbol fue objeto de distintos proyectos de restauración. En 1904, a solicitud de los vecinos, se realizaron trabajos de preservación, incluyendo la creación de una plaza alrededor del árbol. En 1948, se injertaron tres retoños en el tronco del ahuehuete, y en 1970, el presidente Gustavo Díaz Ordaz reinauguró la plaza restaurada. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, el árbol nunca pudo superar el daño causado por los incendios y la falta de un cuidado continuo.

El Árbol de la Noche Triste había resistido la adversidad durante siglos, convirtiéndose en un símbolo de la resistencia indígena frente a la colonización, pero también en un recordatorio de la importancia de preservar los vestigios históricos y naturales que conforman nuestra identidad. Hoy, su desaparición deja un vacío en la memoria colectiva de la nación y plantea la reflexión sobre cómo la historia y la naturaleza, a menudo, deben luchar por sobrevivir frente al descuido y la falta de respeto.

La pérdida del Árbol de la Noche Triste es un golpe para la Ciudad de México, que ve como uno de sus más antiguos testigos históricos se pierde entre las llamas. Las autoridades y la ciudadanía tendrán que buscar nuevas maneras de preservar su legado, recordando siempre la importancia de cuidar lo que nos conecta con nuestro pasado y nuestra identidad cultural.