A pesar de la existencia de más de 200 membretes de importancia desigual que ostentan la autoacreditación de sociedad civil –es decir: la no-sociedad política-partidista–, en la lista de presuntos precandidatos que decidieron su incorporación al método PRIANREDE para obtener la candidatura sólo de esos tres partidos no se refleja lo que es una sociedad civil y carece de representatividad la ola rosa impulsada por Claudio X. González y Lorenzo Córdova Vianello como foco opositor.
Una revisión de la lista de quienes alzaron la mano en busca del dedazo Moreno Cárdenas-Cortés-Zambrano deja entrever que el enfoque político que representan esas figuras nada tiene que ver con la democracia que se establece en sus argumentos como paso para salir del que llaman nefasto populismo; al contrario, esas figuras representan el México de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto, justamente los presidentes del ciclo neoliberal que movió el péndulo del populismo Echeverría-López Portillo al neoliberalismo diseñado por la mente estratégica de Salinas de Gortari y por tanto corresponsables del empobrecimiento social.
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Del PAN han surgido, inclusive, aspirantes presidenciales que retrotraen el escenario político no sólo el conservadurismo de los panistas bárbaros del norte de Luis H. Álvarez y Manuel J. Clouthier, sino que ahora están articulados a los intereses del grupo fascistoide español Vox y la Carta de Madrid que firmaron senadores panistas ante el nuevo líder neoconservador de España-Iberoamérica, Santiago Abascal. Santiago Creel Miranda, la senadora panista Xóchitl Gálvez Ruiz, el exgobernador tamaulipeco involucrado en narcoexpedientes Cabeza de Vaca, el gordillista Gabriel Quadri de la Torre, el panista recalcitrante Juan Carlos Romero Hicks y la que recientemente se bajó del furgón panista, la senadora Lily Téllez y su bandera de la derecha moderna. Se trata, pues, del PAN que no modifica el enfoque neoliberal, pero que sí está reivindicando –como lo acaba de revelar la senadora Xóchitl– el bien común que forma parte de la trilogía ideológica panista, junto al Estado subsidiario y al solidarismo panista-salinista.
Del PRI, hasta ahora, han alzado la mano en busca del dedo destapador también representantes directos y partícipes del modelo neoliberal de Salinas de Gortari: Ildefonso Guajardo fue el encargado de Peña Nieto de operar el segundo Tratado que impulsó en 1994 el embajador John Dimitri Negroponte, el gran súper espía de la Casa Blanca y estratega de seguridad nacional posterior a los atentados terroristas del 9/11, y definió el acuerdo como el fin del nacionalismo mexicano. También se apuntó José Ángel Gurría Treviño, precandidato de Zedillo en 1999, pero que no pudo colarse por carecer del cargo de elección popular que exigían los estatutos, además de que fue secretario de Hacienda de Zedillo y garante del endeudamiento irresponsable de México; Gurría representa, además, los intereses de los más ricos de la OCDE que no quieren soltar el control económico sobre México.
Y hay que apuntar a Enrique de la Madrid Cordero, hijo del presidente Miguel de la Madrid, quien traicionó su pensamiento constitucionalista cuando avaló el proyecto neoliberal de los Chicago boys manejados por Salinas de Gortari; el junior Enrique fue nada menos que secretario de Turismo de Peña, el expresidente que todavía sigue en el banquillo de los acusados por múltiples irregularidades. Beatriz Paredes es recordada por su participación cómplice y entusiasta en el golpe ideológico de Salinas y Colosio en 1992 cuando borraron a la Revolución Mexicana de los documentos del PRI para meter el liberalismo social como caballo de Troya del neoliberalismo reaganiano. Y Alejandro Murat sólo simboliza los intereses del cacicazgo de corrupción de los Murat en el PRI y en Oaxaca.
Si alguno de estos precandidatos es parte de la sociedad civil, en México ya estamos en la zona de la esquizofrenia.
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Política para dummies: la política es acordarse un poquito del pasado.
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