Conoce más acerca de Caravaggio y sobre cómo sus pinturas, aunque controversiales, rompieron paradigmas.
La historia de Michelangelo Merisi—mejor conocido como Caravaggio—está llena de talento y controversia. Este maestro del Barroco italiano desafió las convenciones, tanto en su práctica artística como en su vida personal. Al ser un hombre con una personalidad difícil, su obra cayó en desgracia tras su muerte en 1610 y no volvió a ser apreciada por el público hasta mediados del siglo XX.
Nacido en Milán, Caravaggio se trasladó a Roma en sus veintes y se unió a un círculo de adinerados mecenas que impulsaron su carrera. En una época donde las figuras en las pinturas eran idealizadas, que Caravaggio usara modelos vivos y los retratara de manera realista era algo innovador. Su uso del realismo y de la técnica del claroscuro hacen que sus pinturas irradien un cierto drama psicológico sin precedentes. Caravaggio nunca tuvo miedo de correr riesgos, y es por esto que cualquiera que formara parte de su vida podía terminar en uno de sus cuadros. Esto incluye a su discípulo—y amante—Mario Minniti, quien aparece en varias pinturas, incluyendo Baco, que ahora se encuentra en la Galería Uffizi en Florencia. En esta pieza, Minniti aparece vestido como el dios del vino, una representación de juventud que invita al espectador a unirse a la fiesta.
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Aunque muchos otros hubieran preferido seguir las normas, las convicciones artísticas de Caravaggio eran inquebrantables. De hecho, muchas de sus pinturas comisionadas por la Iglesia católica fueron rechazadas, ya que no se ajustaban a los estándares estéticos de la época. Afortunadamente, Caravaggio siempre tuvo una legión de leales coleccionistas listos para adquirir cualquier pintura que les ofreciera.
Los historiadores tienden a centrarse mucho en el temperamento explosivo de Caravaggio, que causó numerosas peleas y eventualmente un asesinato que lo llevó a huir de Roma. Sin embargo, artísticamente, Caravaggio es quizás más conocido por su uso de luz y sombra. El alto contraste entre luz y oscuridad presente en sus pinturas influiría en artistas posteriores como Rembrandt y Pedro Pablo Rubens. Toda una generación de pintores (especialmente en el norte de Europa) conocida como Caravaggisti se inspiró en su uso de las sombras. Examinemos lo que hace que Caravaggio y su arte sean tan revolucionarios, echando un vistazo a algunas de sus pinturas más fascinantes.
BACO ENFERMO (C. 1593)
Baco, el dios mitológico del vino, era un tema popular entre los pintores, pero ninguno lo había retratado con el realismo de Caravaggio. Este cuadro, pintado a la llegada del pintor a Roma, es en realidad un autorretrato. Conocido como Baco enfermo, Caravaggio no se hace ningún favor a la hora de retratarse a sí mismo. Aquí ya está demuestra su afán por el realismo, aún si los resultados pueden ser desagradables.
El Baco de Caravaggio tiene la piel pálida y grisácea, y pocos pensarían que es atractivo. Sin embargo, y como era típico del pintor barroco, a Caravaggio no le interesaban los retratos idealizados. La pintura al óleo, hecha para uno de sus primeros mecenas, fue una especie de tarjeta de presentación que mostraba su habilidad para crear bodegones, así como para retratar sujetos clásicos en poses complejas.
CESTO CON FRUTAS (C. 1599)
Tal vez te estarás preguntando: ¿qué tiene de revolucionario un simple cesto con frutas? En el caso de Cesto con frutas de Caravaggio, la pintura es verdaderamente trascendental. Aunque las naturalezas muertas ya empezaban a ser populares en el norte de Europa, en Italia las cosas eran diferentes. Las canastas con flores o frutas solían incorporarse a escenas más grandes, pero nunca eran el sujeto principal de la obra. O, por lo menos, así era antes de Caravaggio.
Cesto con frutas fue un regalo de uno de los primeros mecenas de Caravaggio, el Cardenal Francesco del Monte, al Cardenal Federico Borromeo, un gran admirador de los pintores flamencos. Después de haber visto el talento de Caravaggio para los bodegones como parte de otras obras como sus pinturas de Baco, habría sido natural pedir una pieza protagonizada por estos elementos decorativos. Actualmente se encuentra en Milán, y hoy en día es considerado el primer bodegón italiano.
LA VOCACIÓN DE SAN MATEO (1599-1600)
Después de algunos años en Roma mezclándose con la alta sociedad, Caravaggio comenzó a recibir importantes encargos en las iglesias de la ciudad. Sin dejar que las expectativas institucionales o la iconografía tradicional lo presionaran, el rebelde artista utilizó estos proyectos para experimentar y mostrar su punto de vista único. La vocación de San Mateo, que todavía se encuentra en su ubicación original, sigue siendo una de las pinturas más famosas de Caravaggio. La postura informal y natural de las figuras representó un cambio enorme en contra el idealismo del manierismo. Vestidos con ropa contemporánea, los personajes parecen sacados de una escena de género, no de una pintura religiosa tradicional.
Pero la verdadera genialidad de la pintura se encuentra en el uso de luz y sombras de Caravaggio—un elemento característico de su estilo. Siguiendo la arquitectura de la capilla y sus ventanas, la luz del sol entra y sigue la mano de Cristo, que señala a Mateo. La luz no sólo crea un mayor drama sino que actúa como una metáfora de la mano de Dios, pidiéndole a Mateo que se una a él.
CRUCIFIXIÓN DE SAN PEDRO (1601)
El siguiente gran proyecto de Caravaggio lo llevó a crear dos pinturas para la misma capilla. Aunque ambas se encuentran todavía en la iglesia de Santa María del Popolo en Roma, ninguna de las dos pinturas que se encuentran actualmente a la vista fue la primera versión que pintó el artista. De hecho, ambas pinturas fueron rechazadas por el mecenas, obligando a Caravaggio a hacerlas de nuevo.
Aunque se desconoce la razón exacta por la que la Crucifixión de San Pedro fue rechazada, su segunda versión todavía está llena de elementos atrevidos. Caravaggio era conocido por usar a gente común como modelos, algo inédito en aquella época, y era escandaloso ver figuras en una escena religiosa con tanto realismo. Aquí Pedro luce como un hombre ordinario, no un santo glorificado, y uno de sus verdugos incluso tiene los pies sucios. Caravaggio puso a estos personajes bíblicos al mismo nivel que los ciudadanos comunes, en lugar de elevarlos sobre un pedestal—una decisión controversial para la época.
LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO EN EL CAMINO A DAMASCO (1601)
Directamente enfrente de la Crucifixión de San Pedro se encuentra otra impactante pintura de Caravaggio, La conversión de San Pablo en el camino a Damasco. La primera versión de este cuadro también fue rechazada—aunque ambas fueron adquiridas por ávidos coleccionistas de Caravaggio. La pintura al óleo que hoy se exhibe muestra el magistral uso de la luz de Caravaggio, con un cálido resplandor que se apodera de Pablo al caer de su caballo, emergiendo de la oscuridad.
La representación rompe una vez más con la tradición. Mientras que las pinturas renacentistas y barrocas de la escena solían incluir a un caballo, aquí Caravaggio ha hecho del animal—y de su parte posterior—un elemento dominante de la composición. Fue una elección controvertida la que, según se dice, provocó este intercambio entre el artista y una autoridad eclesiástica: “¿Por qué has puesto un caballo en el centro y a San Pablo en el suelo? “¡Porque sí!” “¿El caballo es Dios?” “¡No, pero está bajo la luz de Dios!”.