Monreal: las reglas del juego y la sombra de Manuel Camacho

Carlos Ramirez

Cuando Manuel Camacho Solís acudió a Los Pinos para reclamar la nominación presidencial de Luis Donaldo Colosio, el presidente Carlos Salinas de Gortari le respondió con un argumento impecable: las reglas del juego. Camacho había aceptado participar en la sucesión cumpliendo con las exigencias sistémicas, por lo que no cabían las recriminaciones posteriores.

La insistencia del senador morenista Ricardo Monreal Avila para ser incorporado en el juego sucesorio de Palacio Nacional y el cumplimiento de sus deseos con la invitación al mitin del domingo pasado en Coahuila quedó inscrita en la aceptación de las reglas del juego sucesorio, por lo que no cabrían quejas posteriores si la decisión no le beneficia.

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Las reglas del juego sucesorio son implacables porque implican normas inflexibles de cumplimiento obligatorio. Si Monreal espera ser el ungido por el dedo de oro de Palacio Nacional, entonces tendrá que someterse a la reglamentación estricta de aceptar la voluntad superior.

Y si no confía en las reglas del juego, entonces su decisión debió haber sido otra: renunciar a la participación en el proceso sucesorio, anunciar su salida de Morena para buscar algún partido que lo patrocine y abandonar las posiciones de poder en el Senado que han sido producto de su representación partidista.

Camacho llegó a pensar en la posibilidad de lanzar una candidatura independiente, pero las reglas del juego lo ataron a continuar, aún con enojos, dentro del espacio institucional salinista; luego vino el colapso guerrillero en Chiapas y encontró una salida de posicionamiento político como jefe de la misión gubernamental en busca de la paz; y se mantuvo en las estructuras sistémicas después de un pacto político con el candidato priista Colosio para instrumentar desde la Secretaría de Gobernación la reforma política que el presidente Salinas había desdeñado para privilegiar la reforma económica neoliberal.

Los espacios políticos de Monreal después del domingo pasado se estrecharon al mínimo: aceptar el poder decisorio de Palacio Nacional y someterse a las reglas del juego; si la decisión presidencial se resolverá a principios de 2024, para ese entonces Monreal carecerá de margen de maniobra para buscar un nuevo partido por el cual competir por la presidencia.

El otro dato mayor de la decisión de Monreal se localizó en la aceptación y sometimiento a la propuesta lopezobradorista de Cuarta Transformación que será el marco referencial político, ideológico y de equipo para resolver la candidatura de Morena.

Es decir, aún con mensajes de que no está de acuerdo con algunos estilos unitarios e inflexibles de Palacio Nacional, Monreal ya se comprometió como figura de la 4ª-T y desde ayer lunes no tendrá ninguna posibilidad de encontrar espacios para abanderar otros partidos porque toda la oposición se ha definido contra la propuesta del presidente López Obrador.

Monreal se ha declarado a favor de la propuesta política de la 4ª-T, aunque con algunos remilgos que han buscado conseguir el apoyo o cuando menos el diálogo político con muchos de los sectores institucionales que no han encontrado las puertas abiertas en Palacio Nacional, pero ha quedado muy claro que la decisión sucesoria del presidente López Obrador no buscará proyectar una figura individualista para el próximo sexenio sino que cumplirán las tres condiciones de continuidad transexenal: personal, de proyecto y sobre todo de grupo.

El gran reclamo del presidente Salinas a Manuel Camacho fue su falta de empatía e interrelación con el gabinete y el hecho de haberse convertido en el llanero solitario contra todo el equipo salinista que estaba apuntado en la continuidad, con la circunstancia agravante de que Ernesto Zedillo rompió de manera personal con el presidente Salinas pero mantuvo la continuidad del proyecto y del equipo. Y Colosio perdió la campaña cuando se deslindó de manera ostentosa a la continuidad salinista.

La decisión estratégica de Monreal de exigir un espacio de participación en Morena lo llevó a cerrar puertas alternativas donde comenzaba a prefigurar algún espacio de autonomía sucesoria. Y como pintan las cosas en Morena, la sucesión se va a decidir por la continuidad de grupo y no apostará a un Monreal que hoy aparece como el abanderado de un proyecto personal y no de continuidad lopezobradorista.

Las reglas del juego sucesorio de Morena en 2024 son las mismas que jugaron un papel determinante en las sucesiones del régimen priista.

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