El presidente afgano, Ashraf Ghani, garantiza que el combate contra los talibanes continúa, mientras los insurgentes siguen acercándose a la capital, Kabul.
El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, garantizó este sábado que el combate contra los talibanes continúa, mientras los insurgentes siguen acercándose a la capital, Kabul, donde los habitantes no ocultan su angustia ante el futuro.
“La removilización de nuestras fuerzas de seguridad y defensa es nuestra prioridad y se han tomado serias medidas al respecto”, declaró Ghani en un discurso a la nación.
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El dirigente no aludió a una posible dimisión, reclamada por algunos sectores, pero precisó que había iniciado “consultas” dentro del gobierno, con líderes políticos y socios internacionales para encontrar “una solución política que aporte paz y estabilidad al pueblo afgano”.
“Esas consultas avanzan rápidamente”, dijo.
Horas después, el gobierno dijo que va a formar una delegación que “estará lista para negociar”.
Paralelamente, el gobierno de Qatar, emirato que ha sido sede de las infructuosas negociaciones entre talibanes y autoridades afganas desde hace meses, pidió a los insurgentes el sábado un cese de las hostilidades.
El ministro de Relaciones Exteriores qatarí instó a los talibanes a “reducir la escalada y adoptar un alto al fuego, lo que contribuiría a acelerar los esfuerzos para alcanzar un acuerdo político integral que garantice un futuro próspero al gobierno y al pueblo de Afganistán”.
A las puertas de Kabul
La situación militar es crítica para el gobierno afgano.
En poco más de una semana, los talibanes tomaron el control de casi todo el norte, oeste y sur de Afganistán y llegaron a las puertas de Kabul.
Los insurgentes están a solo 50 km de la capital y no dan señales de frenar la ofensiva.
El sábado, tomaron la provincia de Kunar, en el este del país, y pronto podrían acercarse a la capital por el norte, el sur y el este.
También se produjeron violentos combates en los alrededores de Mazar-i-Sharif, capital de la provincia de Balkh, donde el ejército afgano embistió nuevos ataques aéreos. Se trata de la única ciudad importante del norte del país que los talibanes aún no han capturado.
Además de Kabul y Mazar-i-Sharif, Jalalabad (este), Gardez y Khost (sureste) figuran entre las metrópolis importantes que continúan bajo control del gobierno.
Para los pobladores de la capital y decenas de miles que buscaron refugio en la ciudad, el ambiente era de confusión y temor por lo que vendrá.
Cuando dirigieron el país entre 1996 y 2001, antes de caer derrocados por una coalición internacional encabezada por Estados Unidos, los talibanes impusieron su versión ultrarrigurosa de la ley islámica.
A las mujeres se les prohibió salir sin un acompañante masculino y trabajar, y a las niñas ir a la escuela. Además, las mujeres acusadas de delitos como el adulterio eran azotadas y apedreadas.
“Es particularmente espantoso y desgarrador ver informes sobre cómo los derechos ganados con tanto esfuerzo por las niñas y las mujeres están siendo arrebatados”, declaró el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
Evacuaciones generalizadas
Estados Unidos desplegará unos 3 mil soldados en el aeropuerto de Kabul para evacuar a “miles de personas por día,” precisó el viernes el portavoz del Pentágono, John Kirby.
Por su parte, el Reino Unido anunció el despliegue de 600 militares para ayudar a los británicos a abandonar el país.
Varios países, como Holanda, Finlandia, Suecia, Italia y España, informaron el viernes de la reducción al mínimo de su presencia en el país, así como la repatriación de sus empleados afganos.
Otros, como Noruega y Dinamarca, cerraron temporalmente sus embajadas.
Este sábado, el gobierno alemán dijo que el ejército ayudará a evacuar la embajada de Alemania en Kabul y a su personal.
La sede diplomática se reducirá a lo mínimo necesario, según estas fuentes.
Los talibanes lanzaron su ofensiva en mayo, cuando el presidente estadunidense Joe Biden confirmó la salida de las últimas tropas extranjeras, una retirada que debe completarse antes del 31 de agosto.
Biden afirmó que no se arrepiente de su decisión, aunque la rapidez con la que se desintegró el ejército afgano sorprendió y decepcionó a los estadounidenses, que gastaron más de un billón de dólares para entrenarlo y equiparlo.
Aún así, Washington cree que Kabul no se enfrenta una “amenaza inminente” y e insistió en que es posible evitar una victoria total de los talibanes.