Indice Politico

Por Francisco Rodriguez

 

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Muy graves son las consecuencias de haber dejado al gobierno de Enrique Peña Nieto sin secretario de Gobernación. Y es que, para todo efecto, la chamba del hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong ha quedado reducida a lo estrictamente policiaco. Michoacán, Tamaulipas, Guerrero, Morelos y otra decena de estados en poder de la delincuencia acaparan prácticamente toda su atención.
Las tareas políticas no son, por el momento, de su incumbencia.
Y por tal la Administración peñista es víctima del chantaje de sus opositores que, todavía hace un año, eran sus adláteres en el ya fallecido Pacto por México.
Peor, todavía, cuando el año pasado desde las alturas dejaron la redacción de la reforma constitucional en materia de energía en manos de Humberto Castillejos Cervantes –que no es lo suyo— y, en lo esencial, en las de los panistas Rubén Camarillo –un eterno empleado de Diego Fernández de Cevallos— y en las de Juan Bueno Torio –el ex director de Pemex-Refinación que dejó un fuerte olor a azufre a su paso por la paraestatal y cuyos manejos no se han logrado clarificar—, y vea usted, entonces, el brete en el que ya metieron a este pobre aparato político sin cabeza.
Y por si fuera poco, a la mezcolanza entre el consejero jurídico de la Presidencia y los dos notables panistas, súmele usted a un tal Espinoza Cházaro, del PRD, al que dejaron asomarse tantito, pero no’más tantito.
Estos tres últimos se unieron en coro al «gigante» Gustavo Madero, reelecto como presidente del PAN, y que estrena el cargo midiendo fuerzas contra Los Pinos, sabiendo que ahí están asustados, porque, la verdad, la flaca iniciativa original del PRI —que sólo contemplaba con timidez los contratos de riesgo, a cambio de nada— tuvo que ser reforzada con la parte gruesa de la iniciativa panista que contemplaba todos los contratos y concesiones de una manera atractiva para el capital extranjero, ya que de eso se trataba.
El brete es culpa de «quien mata la vaca y de quien le amarra la pata».
Los priístas por medrosos y los panistas por abusivos.
Acosan a Peña Nieto, condicionando sus 38 votos en el Senado y sus 116 en la Cámara Baja a que, sin tener idea de lo que piden, al menos seis estados hagan sus reformas constitucionales en 20 días normales para adecuarlas a las reglamentarias electorales federales.
Cualquier abogado de medio pelo sabe que las reglamentarias federales están por encima de las legislaciones locales, sobre todo en una materia que de suyo es de jurisdicción federal.
Pero como Madero se siente intransitable, el ciudadano que ya está hasta el queque de chantajitos de rin 13, se pregunta: ¿no será hora de que alguien se faje los pantalones y use la cantidad de votos que arroja la alianza PRI -Verde-Panal para aprobar las reglamentarias energética y telecomunicaciones por una mayoría simple?
A menos que quieran quedar bien con los demócratas… de Estados Unidos.
La diferencia de más de siete millones del PRI en la elección presidencial sobre el PAN es, por sí misma, razón suficiente para hacer tareas urgentes de gobierno y no andarle haciendo el caldo gordo a los empetatados blanquiazules y amarillos. ¡Los valientes duran hasta que los cobardes quieren!
Pero sin secretario de Gobernación…
ALM y EPN
Unos meses antes de que Enrique Peña Nieto fuera investido con la banda presidencial, entre sus más cercanos colaboradores comenzaron a hacer cálculos, comparando las edades, las gesticulaciones y el carisma con el que habían llegado los dos mexiquense al máximo poder político en México: el astuto Adolfo López Mateos y el joven EPN.
Cerca de ellos estaba un conocido historiador –a quien por cierto nunca le hicieron caso—, que ahora recuerda los titánicos esfuerzos de ALM para apaciguar al México bronco de los cincuenta y los personajes que ahora le tocaría lidiar al de Atlacomulco.
En efecto, López Mateos, personaje icónico de los de Zacazonapan, uvo que meter en cintura al ferrocarrilero Demetrio Vallejo; al electricista Rafael Galván —Tendencia Democrática—; al líder social Valentín Campa; al magisterial Othon Salazar; al agrarista Rubén Jaramillo; al coronelazo David Alfaro Siqueiros, seguidor de Lenin; al estalinista Diego Rivera y tal y tal y cuál…
EPN debe meter en cintura al destripaterrones Gustavo Madero; al «guerrillero» Jesús Zambrano; al tranza Amado Yáñez; al portentoso «Basuritas» y tal y cuál…
¿Piece of cake?
Hasta ahora no.
Con quienes sí podría sería con sus deslenguados miembros de un gabinete estresado y catatónico que sirven para… un fregado y un limpiado… y que ya desde ahora ¡se andan peleando la postulación para el 2018!
¿Eso sí se puede?
Índice Flamígero: Después de ver la manera en que agarró el «cacarizo» para dirigirse a la multitud y arengarla alrededor de la figura de EPN, a mí — que he visto cosas parecidas— no me quedó una sola duda, al terminar las felicitaciones del mitin de Guachochic. César Duarte, el gobernador de Chihuahua, se apuntó decisivamente en la lista –reducida— de los comunicadores políticos que anda buscando el presidente para sustituir a César Camacho Quiroz de las riendas del tricolor, para enviarlo a pastorear la bancada tricolor a a San Lázaro, a partir del 2015. Para quien sí tenga dudas, sería mejor que viera una grabación del relanzamiento de la Cruzada contra el Hambre en un lugar que sensibiliza a los mexicanos: la sierra Tarahumara. Un único pero: ¿querrán darle esa otra posición a Emilio Gamboa, “padrino” de Duarte?