Por Francisco Rodriguez
Hace cuatro años, en marzo del 2010, Beatriz Paredes y César Nava, a la sazón dirigentes formal del PRI y el PAN, firmaron un convenio en el que tuvieron como testigos a Fernando Gómez Mont, entonces secretario de Gobernación del “gobierno” espurio de Felipe Calderón, y a Luis Miranda, quien despachaba como secretario general de Gobierno en el Estado de México.
Contraviniendo a la Constitución, el pacto consistía en que los legisladores priistas aprobarían la Ley de Ingresos propuesta por Calderón a cambio de que el PAN no se aliara con el PRD, el Partido del Trabajo y Convergencia, justamente los que integraban DIA, en las elecciones del Estado de México en 2011.
Las llamadas alianzas anti-natura, que se decía por aquellas épocas.
Las alianzas que –quien sabe si para bien o para mal, aunque yo sostengo que para mal– llevaron al poder, entre otros, a Gabino Cué, en Oaxaca, y a Mario López, en Sinaloa, con nefastos resultados.
No a las alianzas, coaliciones o candidaturas comunes.
Los tricolores las temen, y por tal las satanizan.
Y es que, como alguna vez les citara Porfirio Muñoz Ledo a Ernesto Zedillo y a quien entonces era su autoritario y antidemocrático ocupante del palacete de Bucareli, Emilio Chuayffet –quienes en 1997 propiciaban un golpe de estado técnico, al no permitir que se instalara la Cámara de Diputados– “nosotros que cada uno somos tantos como vos, y todos juntos valemos más que vos”.
¿Candidaturas comunes? ¿Todos los opositores en contra del PRI en las elecciones?
¡No señor!
Y eso atora hoy la reforma política propuesta cual chantaje al priísmo por el PAN que se plantó en sus trece: si no la apruebas, los albicelestes no vamos con tus reformas (des)estructurales.
Desde hace semanas se negocia en el Senado sobre ello y…
Todo lo demás atorado.
Es como un tapón que impide la circulación libre de todos los demás proyectos legislativos.
¡FALTA UN LÍDER!
La ramplonería? de la política a la mexicana no tiene fondo, me dice un aguzado observador de la praxis política a la mexicana.
“No ha bastado un cuarto de siglo para zanjar el tema de la inviabilidad teórica y práctica de las candidaturas comunes, y es el asunto que sigue atorando a la totalidad del sistema.
“Mientras no haya un verdadero político moviendo los hilos entre los escaños, seguiremos entrampados en atavismos de primer año de cajoncito.
“Aunque, eso sí, todavía tienen tiempo y sobre todo presupuesto para andarse comparando con el inteligente –y extraviado– Frank Underwood, el personaje al que interpreta Kevin Spacey, contratado para que distribuyera una selfie con Enrique Peña en Cancún.”
Y es cierto.
Nadie se toma en serio. Todos quieren jugar al gana-gana, sin medir las consecuencias de lo que en el terreno práctico significa enfrentar –por ejemplo, en Sinaloa– una candidatura común PAN-PRD.
Que le pregunten a Chuy Vizcarra (único priísta con posibilidades reales en la tierra del chilorio y los coricos) quién aportó el 4% de votos que acabó derrotándolo ?hace tres años.
Aunque sea difícil de creer, la balanza fue inclinada por pastores evangélicos que se la habían jugado con el PAN, desde las elecciones de Fox y Calderón, y fueron atraídos por el individuo al que se conoce por su apodo Malova: la Red de Ministerios para la Familia.
Pero, como el perro del hortelano, hay quienes, de Guamúchil, con apoyo burocrático creen comérsela cruda, cuando ni siquiera se acuerdan de ellos, o son capaces de perderse en el Malecón de Olas Altas, y que si se dejan los jefes, los embarcan como al “borras”.
Índice Flamígero: Tal parece que quien también trae la mira muy chueca y el sentido de la proporción desequilibrado, es el director general del ISSSTE, Sebastián Lerdo de Tejada quien presume de una “autoestima” muy elevada y capacidad intelectual por encima de lo normal. Funcionarios de nivel medio y alto de esa institución se quejan de recibir rebanados sus sobres quincenales, con el argumento –en las oficinas de pago– de que es necesaria su aportación para enfrentar y solventar los costos electorales de mediano y largo plazo. Y es que a Sebastián, desde que fue representante del PRI en el IFE, algún enemigo embozado le metió en la cabeza que era el personaje con el carisma y cualidades indicados para ser el candidato a Jefe de Gobierno en el 2018. Y usted sabe,e n esos casos, “el cochinito” se empieza a hacer desde mucho antes, sobre todo si se quiere apoyar a algunos cuates priistas que aspiran a diputaciones y delegaciones el año que entra, para ir haciendo de una vez el tandem de rigor. Vale preguntar, entonces, si en el remoto caso de que se le haga ser el candidato del PRI, con ese criterio ¿podrá ganar o será el primer ejecutado conforme a la nueva Ley que sanciona los delitos electorales? Y más: ¿Lo perdonarán en importante oficina de Constituyentes, donde despacha el correspondiente tapado?