Una mirada íntima a la Góndola el símbolo de Venecia

¿Qué hay detrás de un paseo en góndola por la ciudad de los canales?
un-mundo-pequeno-y-competitivo_25665d5d_1200x799

Definida por algunos como “la embarcación más bella del mundo”, la góndola es mucho más que una barca: es una obra de arte en movimiento y el símbolo de una ciudad ligada desde su nacimiento al agua.

Está presente en las canciones de los gondoleros, en el fragor de las regatas y en el eco de las antiguas tradiciones que se siguen celebrando en la laguna; y como las ondinas, las hadas de las olas de las antiguas leyendas, unen a la gente con las aguas sobre las que viven.

LA CUNA DE LAS GÓNDOLAS

“Esto es un monumento”, declara orgulloso Lorenzo della Toffola, titular del squero de San Trovaso; y no es para menos.

El squero es el astillero veneciano especializado en la construcción artesanal de góndolas; hoy en día sólo quedan dos de estos en Venecia y el de San Trovaso, fundado alrededor del año 1600, es con diferencia el más antiguo.

Hasta principios del siglo XX había un gran número de squeri en Venecia, muchos de los cuales desaparecieron a causa de las reformas urbanísticas durante el ventenio fascista.

El resto fueron cerrando paulatinamente o adoptaron las nuevas técnicas y materiales que permitían abaratar los costes, hasta que sólo quedaron dos que siguen construyendo góndolas artesanalmente: el de San Trovaso, propiedad del Ayuntamiento de Venecia; y el de la familia Tramontin, que data de finales del siglo XIX.

Son los últimos depositarios de la tradición de una ciudad que nació y prosperó sobre la navegación.

PASO A PASO

La construcción de una góndola es un proceso en el que varios artesanos y el futuro propietario trabajan mano a mano, ya que cada una es diferente y se construye según las preferencias del gondolero, que participa activamente en el diseño y elaboración de la misma.

En el squero se empieza por construir el armazón: para ello se emplean ocho tipos distintos de madera que aportan a la góndola elasticidad y resistencia al desgaste frente al agua de la laguna, a la vez que ligereza para maniobrarla con facilidad.

Una vez terminado, el armazón se impermaebiliza con pez, se le añaden el resto de elementos en madera y finalmente se pinta.

La última fase de construcción consiste en la colocación de los hierros uno a proa, uno a popa y uno en la quilla que protegen la barca de los golpes; es el hierro de proa, además, tiene un significado preciso: Los seis dientes delanteros representan los sestieri (barrios) de la isla de Venecia; el diente trasero, la vecina isla de Giudecca; el arco sobre el diente delantero superior, el puente de Rialto; la parte superior toma la forma del gorro del doge, el máximo dirigente de la República Veneciana; y la parte inferior, que se junta con el hierro de quilla, tiene la forma del Canal Grande.

Cuando la góndola ya está construida, falta todavía incorporar dos elementos fundamentales: el parecio y la forcola.

El parecio es el espacio para los pasajeros y consta principalmente de un diván para dos personas ya que tradicionalmente la góndola era una barca privada de pocas plazas y taburetes para el resto de pasajeros.

La forcola es el escálamo sobre el que reposa el remo, hecho por un artesano especializado llamado remer, de los que sólo quedan unos pocos en Venecia; su forma está pensada especialmente para remar con una sola mano, reduciendo el esfuerzo necesario y mejorando la maniobrabilidad de la góndola.

Por último, el gondolero añade los elementos decorativos, bien encargándolos a artesanos especializados o, en algunos casos, participando él mismo.

UN FUERTE VÍNCULO

Las nuevas góndolas son comisionadas bien por los propios gondoleros o por las cooperativas que tienen una flota a disposición de sus trabajadores, ya que son caras y, sobre todo en los primeros años de ejercer el oficio, no todos pueden permitirse su propia barca.

El coste completo de una góndola suele subir a unos 40.000 euros, de los cuales aproximadamente la mitad corresponden al armazón y el resto a los accesorios.

Generalmente un gondolero, cuando se inicia en el oficio, empieza con una embarcación de segunda mano o, si es hijo de otro gondolero, hereda una de familia.

Bien cuidada, una barca en buen estado le podría durar toda su vida profesional: el mantenimiento de las góndolas debe ser constante dos o tres veces al año de forma ordinaria, y cada dos años para repintarlas y constituye una de las tareas principales del squero, más incluso que la construcción de las nuevas.

COMPAÑERA DE TRABAJO

Sin embargo, más adelante, el gondolero seguramente querrá comisionar la suya propia, ya que a pesar del mantenimiento acaba perdiendo maniobrabilidad o simplemente se ve demasiado vieja para llevar pasajeros.

Las góndolas que se retiran del servicio se destinan a tareas rutinarias como las prácticas de los aspirantes a gondolero o el traghetto (los cruces en barca entre ambas orillas del Canal Grande) o, en ocasiones, son compradas por particulares.

Despedirse de su antigua góndola es un momento difícil en la vida del gondolero ya que estas, más que herramientas de trabajo, son sus compañeras.

En muchos casos es la góndola que heredaron de su familia, sobre la que crecieron al empezar a navegar, con la que aprendieron a remar y a ser gondoleros, y que les acompañó al principio de su carrera.

Seguramente por eso la tristeza de la despedida intenta diluirse con la ceremonia de bautizo de la nueva góndola, con la que se da la bienvenida oficial a su nueva compañera.

Terminados los típicos cicchetti (aperitivos venecianos, que los locales insistentemente aclaran que “no son tapas”) y el igualmente típico cóctel spritz, la góndola se desliza por la rampa del squero para su primera navegación: una nueva hada del agua ha llegado a la laguna.