Phillies doblegan a Monarcas; se apoderan de la serie

Filadelfia no olvidará tan pronto la tarde de ayer cuando el sabor de octubre de apoderó de un compromiso en el que vencieron a Dodgers. En una serie que sirvió como termómetro para lo que será una de las mayores rivalidades en la Liga Nacional, Phillies salió con el brazo en alto.

Dodgers llegó con su artillería pesada: Mookie Betts, Shohei Ohtani, y Teoscar Hernández, quien bateó como si estuviera en una revancha personal, con dos cuadrangulares y cinco carreras producidas.

El orden al bat californiano prometía demolición, pero el pitcheo olvidó algo: nunca subestimes a un line-up que huele sangre. Y Filadelfia olió sangre en la tercera entrada, cuando Nick Castellanos conectó un grand slam monumental que convirtió una pizarra pareja en una escena de estampida. Cuatro carreras en un sólo swing. La pelota viajó al jardín izquierdo y con ella, el impulso de un equipo que empieza a creer que puede competirle a cualquiera, sin importar que sean los campeones y su gran inicio de campaña.

Phillies tomó una ventaja de 6-12 con ese estallido. Pero Dodgers respondió como lo hacen los equipos con experiencia de octubre: lento, paciente, pero letal. Teoscar volvió a sacarla del parque. Betts produjo. Y cuando el juego alcanzó la séptima entrada, el marcador decía 7-6. Los angelinos estaban de vuelta en un juego que fue llevado por la señal de Imagen TV.

Entonces llegó el giro final del drama. En la baja de la séptima, Phillies hizo algo que vale más que mil cuadrangulares: recuperó el control. Con un out y corredores en primera y segunda, Bryson Stott pegó un sencillo que mandó a Bryce Harper a la remolcadora con la carrera del empate. Filadelfia retomó la ventaja con rodado de Edmundo Sosa que impulsó a Max Kepler.

El bullpen de Phillies resistió los embates de la octava y la novena. José Alvarado cerró el juego como si fuera un examen de nervios.

El juego terminó 8-7, y con él, la serie. Phillies se llevó dos de tres ante el campeón. Más allá del resultado, quedó claro que este equipo de Filadelfia no ve coronas ajenas con respeto, sino como un reto.

Y que el madero de Nick Castellanos, con un sólo swing, puede prender la chispa de una ciudad entera que espera regresar al clásico de otoño donde tiene una cuenta pendiente desde hace más de una década.

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