Primer Domingo de Adviento – Ciclo C (Lucas 21, 25-28) – diciembre 1, 2024
Jer 33, 14-16 / Salmo 24 / 1 Tesalonicenses 3, 12 – 4, 2
Hoy comenzamos un nuevo Año Litúrgico – Ciclo C –, con el primer domingo de Adviento (del latín adventus, «venida»), el cual es un tiempo de preparación para recordar y celebrar el nacimiento de Jesús, la Navidad.
Evangelio según san Lucas 21, 25-28
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Habrá señales prodigiosas en el sol, en la luna y en las estrellas. En la tierra, las naciones se llenarán de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar; la gente se morirá de terror y de angustiosa espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se bambolearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad.
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Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación. Estén alerta, para que los vicios, con el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerá de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.
Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre.
Reflexión:
¿Cómo prepararme a la venida del Hijo del Hombre?
Este nuevo año litúrgico, Ciclo C – estaremos leyendo básicamente el evangelio de Lucas, quien se caracteriza con un lenguaje de universalidad, desde la cultura griega, para mostrar un Dios Padre misericordioso y compasivo; enfatiza la oración de Jesús y su amistad con pecadores, así como el interés especial en el papel que desempeñan las mujeres y los pobres. El objetivo fundamental de Lucas, es teológico, o sea, el estudio ordenado y sistemático de los textos sagrados, la tradición y los dogmas, sobre las enseñanzas, instrucciones y sabiduría.
A través de este nuevo tiempo litúrgico, habremos de realizar un recorrido, para conocer de qué y cómo Dios, Señor y creador de todo, nos salva: ¡de lo que no nos deja vivir una vida que valga la pena vivir!
Así pues, ya desde el antiguo testamento (Jer 33, 14-16), se escuchaba el anuncio de esperanza que los profetas daban, y el cual sigue estando vigente actualmente: El Señor nos promete justicia y derecho, y anuncia a su “vástago santo”, que nos descubre sus caminos (cfr. Sal 24), o sea, nos dice por dónde y cómo andar por la vida; depende de cada uno hacerle caso, seguir “las indicaciones” que nos enseña.
Cuando nos desviamos, eligiendo equivocadamente (fallamos en la elección de nuestras acciones), y nos dejamos guiar por nuestro egoísmo, personal y comunitario, es que vienen los abusos, las injusticias y opresiones que dañan nuestras relaciones interpersonales y generan dolor y sufrimiento en las personas: “angustia, miedo y terror” (cfr. Lc 21, 25-28) son las consecuencias.
El evangelista nos recuerda que Jesús, al anunciar su venida, o sea, nos demos cuenta de que con su presencia en nuestra vida y “haciéndole caso”, podemos liberarnos de aquello que nos daña e impide tener vida, que valga la pena vivir.
Prepararnos, en este Adviento, es buscar como estar alerta, atentos, consientes, para que los vicios no entorpezcan nuestra mente y caigamos en la trampa (tentación) que nos aleje de ser y hacer el bien que Dios desea para cada uno de sus hijos.
Prepararnos, en este Adviento, es orar continuamente, es estar atentos a sus enseñanzas y ponerlas en práctica.
Prepararnos, en este Adviento, es suplicar “Ven, Señor Jesús, a nuestra vida” (cfr. Apoc. 22,20)
¿Qué nos hace, como sociedad, vivir en conflicto?… ¿Cómo afrontar, con dignidad, los problemas personales y sociales?… ¿Cómo atento a la presencia del Señor, en los signos de los tiempos?
Alfredo Aguilar Pelayo
alfredo@ccrrsj.org
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