El primer ministro canadiense enfrenta una creciente impopularidad y críticas internas mientras su Partido Liberal se encamina a una posible debacle electoral en 2025.
Tras una década en el poder, Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá, ve cómo su popularidad se desmorona rápidamente. Las encuestas reflejan un descontento generalizado entre los electores, y dentro de su propio Partido Liberal, cada vez más voces piden su dimisión para evitar un colapso electoral en las elecciones programadas para octubre de 2025.
Los últimos sondeos revelan que el Partido Conservador, liderado por Pierre Poilievre, ostenta una impresionante intención de voto del 42.5%, en contraste con el 23.2% del Partido Liberal, lo que coloca a Trudeau en una posición vulnerable. La falta de propuestas concretas y la percepción de un gobierno estancado han llevado a muchos canadienses a alejarse de la figura del primer ministro.
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Las comparaciones son inevitables. Algunos críticos temen que la situación actual recuerde a las elecciones de 2008, cuando el Partido Liberal, bajo el liderazgo de Michael Ignatieff, sufrió una devastadora derrota, reduciéndose a solo 34 escaños en la Cámara Baja del Parlamento. “La presión está aumentando y el partido está cada vez más impaciente”, señala Andrew McDougall, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Toronto.
Trudeau, quien ascendió al liderazgo del Partido Liberal tras el desastre electoral de 2008, llegó al poder en 2015 con promesas de abrir las fronteras del país a más inmigrantes y refugiados. Sin embargo, el incremento en los niveles migratorios ha planteado serios desafíos. En 2015, Canadá recibió 300 mil migrantes; en 2023, la cifra llegó a 465 mil, y se proyecta que alcanzará los 500 mil anualmente a partir de 2025.
Esta afluencia ha desbordado la capacidad del país para absorber a los nuevos residentes, generando una crisis en el mercado de la vivienda y desafiando a los servicios de salud. En un giro significativo, Trudeau reconoció su error y anunció que reducirá el número de migrantes que Canadá recibirá en los próximos tres años en un 27%.
“El equilibrio no fue el correcto”, admitió Trudeau, quien se comprometió a estabilizar el crecimiento poblacional para permitir que todos los niveles de gobierno realicen las inversiones necesarias en sanidad, vivienda y servicios sociales.
La gran pregunta que persiste es si Trudeau podrá recuperar el apoyo popular y su estatus dentro del Partido Liberal antes de las elecciones de 2025. “Trudeau insiste en que es la mejor persona para liderar el partido. La mayoría de los políticos creen que son los mejores para sus formaciones, así que no me sorprende que se resista a dejar el poder”, concluye McDougall. El futuro de Trudeau y su partido está en la cuerda floja, y el tiempo se agota.