La concentración en territorio de Estados Unidos de los principales capos del narcotráfico –el Mayo Zambada, como última pieza– encontró una explicación en la directiva y memorando de seguridad nacional del presidente Biden del 31 de julio para tomar el control y darle prioridad “a la interrupción estratégica de la cadena de suministro de fentanilo y opioides”.
El aterrizaje del Mayo en territorio estadounidense y la nueva estrategia antidrogas colocaron el tema como prioridad fundamental del estrategia de seguridad nacional de la Casa Blanca, pero con el dato relevante de que le quitó a México el control sobre la producción y tráfico de drogas y mandó el mensaje a la presidenta electa Sheinbaum de que las relaciones bilaterales estarán determinadas por políticas criminales.
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Al negarse a combatir con la fuerza a los cárteles, al definir la línea de acción de “abrazos, no balazos” y al dejar que el narco produjera droga para mandarla a Estados Unidos, el presidente López Obrador había logrado imponer sus criterios a la comunidad estratégica de Washington y a medio burlarse de las locuras del expresidente Donald Trump y sus amenazas de invadir México con marines o de lanzar misiles para destruir a los narcos.
La estrategia de seguridad el presidente Biden aparece menos conflictiva, no provoca a México con invasiones secretas y podría no interesarle la captura de capos para sonsacarles información sobre presuntas complicidades criminales con funcionarios y políticos de las diferentes áreas que tienen que ver con el tema de las drogas, además de que la nueva estrategia le permite a la Casa Blanca seguir dejando sin tocar el tema del consumo de drogas de los millones de adictos cuya satisfacción de necesidades de droga determina el funcionamiento del circuito del narcotráfico.
La recepción del Mayo Zambada y la estrategia contra “las cadenas de suministro” de droga dejaron pasmados a Palacio Nacional, le dieron el control de la lucha contra los cárteles en México a Estados Unidos desde territorio americano y obligarán a México a cambiar la definición de la estrategia de seguridad contra el narcotráfico que estaba terminando de diseñar el equipo de la presidenta electa Sheinbaum Pardo y que no era otra cosa que la continuidad del lopezobradorismo en la materia.
Estados Unidos tiene mecanismos de investigación y espionaje sobre México que operan con eficacia y que no necesitan de narcos en modo de sapos delatores. El Chapo Guzmán, Ovidio Guzmán López y ahora el Mayo Zambada están siendo exprimidos con información sobre los mecanismos de producción y trasiego de droga químicas hacia Estados Unidos, básicamente en cuanto a formas de organización, grupos productores y contrabandistas.
Aunque no puede decirlo porque implicaría la aceptación de un error estratégico, la Comunidad de seguridad nacional hacia el interior de Estados Unidos también está desarrollando la desarticulación de los cárteles mexicanos que se han asentado en los últimos 20 años dentro del territorio americano para hacerse cargo del cruce fronterizo de drogas, de la distribución en los 50 Estados Americanos, la venta al menudeo en las calles y el lavado de los narcodólares.
Las evaluaciones de las oficinas antinarcóticos de EU tienen ya terminado un mapa de la distribución de droga traída de México, pero en el corto plazo no hay ninguna decisión tomada para liquidar la disponibilidad de drogas en las calles porque generaría conflictos sociales y violencia descontrolada de los adictos, pero será más fácil para las autoridades locales controlar el tráfico con la decisión de desmantelar los cárteles centrales que operan en México.
Estados Unidos detectó con anticipación que el principal grupo delictivo mexicano que se encargaba de la producción y contrabando desde México de fentanilo y luego dentro de Estados Unidos de su distribución a nivel nacional y venta al menudeo era el Cártel de Sinaloa, pero de La Casa Blanca se cansaron de pedirle a México que liquidará a ese grupo; los mensajes de respuesta que encontraron en nada fueron aceptados: la negativa mexicana a perseguir a los capos de Sinaloa, la presencia del propio presidente mexicano en territorio de ese cártel y el saludo a la mamá del Chapo Guzmán, sobre todo porque EU existe una ley que permite el decomiso de propiedades de familiares de narcos que hayan sido presuntamente adquiridos con productos de la droga.
Los tres grandes jefes del Cártel de Sinaloa están confesando todo el funcionamiento del aparato criminal, incluyendo –aunque sin ser su objetivo central– nombres de políticos y funcionarios que colaboran con ellos, como fue el caso del secretario de Seguridad pública de Felipe Calderón, Genaro García Luna, con el grupo del Chapo.
En el interregno mexicano de cambio de presidente, EU ya fijó los criterios de la política de seguridad que debiera de definir la presidenta Sheinbaum.
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Política para dummies: la política es la construcción de equilibrios de poder.
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