Quedaron atrás las campañas políticas y las elecciones del 2 de junio pasado. En la elección democrática que vivimos en México, el veredicto contundente expresado en las urnas fue continuar con la transformación emprendida por la Cuarta Transformación (4T) y, sin duda, se trata de un respaldo que al ser tan abrumador representa una responsabilidad enorme tanto para la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo (CSP) como para todos los actores que participarán en el acatamiento de ese mandato recibido por la voluntad popular. Tanto el gabinete como el equipo de trabajo que designe la presidenta CS, así como los legisladores federales y locales de todo el país deberán asumir el reto de la impulsar la transformación nacional que demanda el pueblo de México. El poder otorgado a los representantes de la 4T con la mayoría calificada en la Cámara de Diputados Federal y la mayoría en la Cámara de Senadores hace posible emprender un cambio de régimen político verdadero que atienda los grandes rezagos institucionales que tenemos, que pase por encima de los intereses creados que tanto han dañado a nuestra nación y que permita rediseñar un nuevo esquema de funcionamiento del aparato del Estado en beneficio de la gente.
En su momento, en el inicio de su campaña por la presidencia de la República, Claudia Sheinbaum lo dijo con puntualidad al afirmar en el Zócalo de la Ciudad de México que con la 4T “cambió también la forma de gobernar y cambió el modelo de desarrollo”; dijo “fíjense qué profundo e importante, quedó atrás el modelo neoliberal y la corrupción que lo acompañó por 36 años y surgió, el Humanismo Mexicano. Un modelo propio que no hay en ningún lugar del mundo. Surgió de los mejores capítulos de nuestra historia y de un gobierno honesto y austero”. Sin duda, el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018 significó un cambio en la vida pública nacional y marcó el inicio de una nueva etapa de compromiso con las causas sociales. Más allá de su estilo personal de gobernar que a muchos puede no gustarles, lo cierto es que la atención institucional a los sectores de la población menos favorecidos fue una realidad en el primer gobierno de la 4T y que fueron los mismos ciudadanos los que validaron con su voto la continuidad de la transformación. Muchos comentarios se vierten en el sentido del clientelismo político para denostar o criticar a AMLO, pero lo que hay que anotar es que no se trata de las dádivas de antaño sino de políticas públicas institucionalizadas e incluso de derechos sociales ahora ya consagrados en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.
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En este sentido, y para que no se nos olvide, es importante rescatar los posicionamientos de la futura presidenta Claudia Sheinbaum cuando asevera que “la Cuarta Transformación es construir patria. Es garantizar el porvenir de las actuales y de las futuras generaciones”; cuando nos dice “gobernaremos con la máxima del Humanismo Mexicano, por el bien de todos, primero los pobres”, y, cuando afirma que “la transformación pacífica y democrática que hemos alcanzado es una verdadera hazaña. Es un cambio verdadero sustentado en principios de honestidad, amor al pueblo y amor a la patria y fíjense bien, contrario a lo que piensan muchos, se ha logrado con diálogo, con el debate profundo de las ideas y proyectos y con la participación de todos los sectores. Gracias a eso, a partir de diciembre del 2018, inició el renacimiento de México. Esta hazaña muestra que somos un gran país, pero sobre todo tenemos un pueblo extraordinario”.
Frente al respaldo tan grande del pueblo y con la carga de una responsabilidad enorme de interpretar el sentir ciudadano y dar cauce a sus necesidades, aspiraciones y deseos, lo que resulta fundamental es la claridad del gobernante del compromiso que se asume. Por ello, es relevante destacar -otra vez- lo que está asentado en las palabras de la presidenta electa Claudia Sheinbaum y que en esa ocasión expresó de siguiente manera: “Tengo más que claro, que soy parte de un movimiento social que viene de lejos. Tengo claro que soy parte de ustedes. Tengo claro que el poder es honestidad y humildad, que nuestro pensamiento es el Humanismo Mexicano, que nuestra Nación y nuestro pueblo son grandiosos y tengo claro que somos la única opción que representa el bienestar y el progreso con justicia. Tengo claro que mi obligación es llevar a México por el sendero de la paz, la seguridad, la democracia, las libertades y la justicia. Tengo claro que nuestra guía es el bienestar y la felicidad del pueblo, tengo claro que el segundo piso de la Transformación, lo vamos a construir juntas y juntos”.
La transformación nacional y el humanismo mexicano están en marcha. El segundo piso de la transformación será encabezado por una mujer políticamente experimentada; académicamente muy estructurada y preparada; con una visión clara y moderna de México y el Mundo; pero sobre todo ética y socialmente comprometida con los pobres. En unidad la transformación nacional es posible en paz y con democracia.