Antes que los intelectuales xochitlistas sigan desgarrándose las vestiduras clamando que el debate electoral fue entre la democracia opositora y el autoritarismo lopezobradorista, la afirmación del director del grupo salinista (A)Nexos, Héctor Aguiar Camín, va a centrar la discusión electoral, fijará sus palabras en letras de oro en el muro del Palacio legislativo y colocará en el centro del activismo político-electoral a 270+ intelectuales, activistas y exfuncionarios prianistas.
El Aguilar Camín del salinismo dio la clave para entender la participación de intelectuales en el acarreo del voto a favor de la candidata Xóchitl Gálvez Ruiz. Sus palabras fueron muy contundentes:
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Los intelectuales ven en Xóchitl “la oportunidad de devolverle a la comunidad cultural la atención, el cuidado, a veces hasta el apapacho que tenía del Gobierno. Nada más y nada menos que lo que Xóchitl promete a todo el país”.
Listo.
El esfuerzo del desplegado en conseguir tantas firmas que debieran ser analizadas en perfiles políticos cada una se centra en que los tres intelectuales promotores del desplegado –el excomunista renegado (en modo Deutscher) y neopriista Roger Bartra, el intelectual y contratista salinista Aguilar Camín y el activista de la Operación Berlín Enrique Krauze sólo buscan los apapachos del régimen prianista y desde luego los recursos presupuestales que en forma de contratista directo les habían sido entregados por gobiernos del PRI y del PAN para sus publicaciones, sus empresas culturales y sus actividades creativas.
El desplegado de los 270 intelectuales pidiendo el voto por Xóchitl está comenzando a hacer calificado en círculos culturales, políticos y partidistas como el desplegado de redilas, jugando con aquel calificativo que presuntamente aplicó Jorge Ibargüengoitia –basado en un texto irónico de Gabriel Zaid en Plural— al más de centenar de intelectuales mexicanos que fueron acarreados en julio de 1974 en un avión para una gira a Sudamérica con el presidente Echeverría y que el ensayista Zaid dijo que recordaba aquel modelo de acarreo de campesinos a votar por el PRI en camiones de redilas.
La redacción del desplegado xochilista plantea un escenario extremo: caracterizar al modelo lopezobradorista como autoritario-dictatorial es un exceso intelectual y académico porque se podrá estar en contra de decisiones del Gobierno de la cuatro 4-T pero todas ellas se sometieron a las reglas democráticas de la mayoría, lo que durante todo el régimen priista 1929-2018 fue ejercido por los gobiernos del PRI y los dos sexenios presidenciales del PAN.
La estridencia del desplegado de redilas abona, inclusive en términos mucho más intensos que los del presidente López Obrador, en la polarización política y por lo tanto electoral, además de utilizar como propia la afirmación del intelectual alemán pronazi Carl Schmitt que retrata la competencia política en el bono binario de amigo-enemigo, porque el documento de los intelectuales define a Xóchitl y seguidores como amigos y a los adversarios como enemigos.
La estridencia polarizante y determinista –es decir, en modo fundamentalista de los regímenes religiosos del Medio Oriente y del viejo modelo comunista soviético– ha sido asumido por la candidata opositora Gálvez Ruiz y sus intelectuales de cabecera y le está planteando a la sociedad electoral el modelo de polarización de buenos y malos, opositores y oficialistas, demócratas y dictatoriales.
La mixtura de intelectuales, exfuncionarios, activistas sociales conservadores, periodistas que ya se mostraron afines a partidos en disputa electoral y sociedad civil acarreada por el empresario ultraderechista Claudio X. González y el experredista destripado Guadalupe Acosta Naranjo ya dibujó el verdadero escenario de la disputa electoral: el modelo político del PRI-PAN-PRI-Coparmex-tecnócratas salinistas del periodo 1983-2018 frente a la propuesta de populismo social con estabilidad macroeconómica neoliberal con propuestas de leyes que modificarían la estructura del régimen y el equilibrio entre poderes que tendrían que ser aprobadas o rechazadas por la mayoría calificada de legisladores en las dos cámaras y que nunca podrían imponerse por la fuerza.
Aguilar Camín propuso lo que puede ser un lema de campaña, similar a aquel modelo de contradicción que impuso el neoliberalismo de Miguel de la Madrid y Salinas de Gortari: que se vayan los políticos y que lleguen los tecnócratas, sólo que ahora el director del grupo (A)Nexos y pivote del desplegado de redilas lo ajustó a la disputa real que están dinamizando los hombres de la cultura: “que se vayan los populistas y que regresen los apapachos”.
Política para dummies: La política, en modo dialéctico, siempre será la política.
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