Crisis migratoria vista desde la óptica de Albert Einstein

La vida del físico, matemático, diplomático y profesor que fue Albert Einstein (AE) estuvo marcada por la migración. Nació el 14 de marzo de 1879 en la ciudad de Ulm, Alemania; cuando tenía un año (1880) su familia se mudó a Múnich donde viviría su infancia y adolescencia para después (1894) mudarse a las ciudades de Pavia y a Milán en Italia. A fines de 1896, teniendo diecisiete años ingresó a la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, en Suiza, de donde se hizo ciudadano en 1901; más adelante se fue como profesor a la ciudad de Praga, capital de la República Checa, y tuvo que adoptar la nacionalidad austríaca para poder ejercer su profesión; en 1913 migró a Berlín, Alemania, para establecerse como miembro de la Academia Prusiana de Ciencias y en diciembre de 1932 tomó un barco migrando a los Estados Unidos de América, país del que se hizo ciudadano en 1940 y donde falleció el 18 de abril de 1955 en la ciudad de Princeton, Nueva Jersey. Al Premio Nobel de Física 1921, Albert Einstein se le conoce mundialmente por ser el padre y autor de la Teoría de la Relatividad, pero cabe destacar que también se ha consolidado como icono intelectual por sus reflexiones sobre los valores humanos universales como la curiosidad, la perseverancia y la humildad.  Se dice que las palabras de AE se han convertido en enseñanzas impregnadas de sabiduría que siguen guiándonos en la búsqueda de un entendimiento más profundo de nuestro lugar en el universo y de nuestra responsabilidad como seres humanos. Entonces, quién mejor que un genio migrante para hacer algunas reflexiones ante la crisis migratoria que hoy vivimos.

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Lo primero que hay que determinar es si estamos viviendo una crisis migratoria o no. A todas luces sí estamos en una grave crisis migratoria que presenta muy diferentes flancos que atender. En la lógica de lo establecido por AE de que “lo importante es no dejar de hacerse preguntas”, recordamos que en la relación con EEUU, Marcelo Ebrard Casaubon nos dice en su libro El Camino de México (pág. 245) que la pregunta que hay que contestar desde el punto de vista diplomático es si es posible contar con una idea de integración regional (la idea de ser parte de Norteamérica) y cómo defender mejor a nuestra comunidad en un país donde está instalado un discurso antimexicano en el primer nivel de gobierno al tiempo que conviene recordar que AE sostenía que “el nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad”. Bueno, pues el nacionalismo en EEUU está más vivo que nunca y más frente a una contienda electoral muy pareja por la presidencia de ese país en la que el discurso preferido para obtener votos es antiinmigrante convirtiéndose en verdadera bandera de campaña de ambos candidatos. Mientras Donald Trump amenaza con reinstaurar el Título 42 que permitía las deportaciones exprés a México, el portavoz del Departamento de Seguridad Nacional de Joe Biden, Luis Miranda, anuncia hace unos días que su administración ha expulsado a más de 695 mil migrantes constituyendo el mayor número de deportaciones desde 2011. Tom Homan, asesor de Trump y exjefe interino del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, declaró recientemente que usarán a la Guardia Nacional y el Ejército, si es necesario, para frenar la entrada de migrantes ilegales. Es decir, una declaración de amenaza de uso excesivo de la fuerza y sobre lo cual traemos aquí la concepción de Einstein en el sentido de que “la paz no se puede mantener por la fuerza. se puede lograr únicamente por la comprensión”.

Es real que se generan muchos fenómenos nocivos en torno a la migración que hay que atender al mismo tiempo. La jefa de la Patrulla Fronteriza en McAllen, Texas, Gloria Chávez, el año pasado reportó a las autoridades mexicanas y de Estados Unidos de que entre las personas que esperan en la frontera del lado mexicano se había identificado a integrantes de la pandilla internacional de origen venezolano Tren de Aragua, a la que se le atribuyen diversos delitos como cobro de piso, narcotráfico, trata de personas y tráfico sexual. Se trata de un problema mayor que atenta contra los derechos humanos y contra el desarrollo de nuestras naciones. AE nos dijo que “la realidad es una mera ilusión, aunque una muy persistente” y que “no podemos resolver un problema si razonamos en la misma forma en la que razonamos para crearlo”. Es decir que tenemos pleno conocimiento de los problemas y de sus causas y sus nefastos saldos, por lo que debemos echar a andar toda nuestra imaginación para diseñar nuevos esquemas y políticas que sean eficaces para abordar los problemas; lo señaló con precisión AE “la imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado y la imaginación rodea el mundo”.

A lo que aspiran todas las naciones y por lo que trabajan, supuestamente, todos los gobiernos son para lograr el progreso. En la atención bilateral de los temas migratorios, durante muchos, muchísimos años ya, hemos transitado entre políticas erráticas, atajando concepciones unilaterales, parciales, sesgadas o coyunturales sin lograr lo que se necesita que sea una convivencia provechosa para ambos países. Es una locura seguir haciendo lo mismo administrando una relación bilateral con asimetrías enormes e infranqueables. Continuar en esa dinámica no solucionará el problema. Bien lo plasmó AE “la locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. Viene una nueva etapa y una nueva oportunidad en nuestra relación bilateral con Estados Unidos de América que le tocará en México a Claudia Sheinbaum, en su carácter de presidenta de México, definir estrategias, políticas y contenidos frente al gobierno que encabece ya sea Donald Trump o Joe Biden. Desde la óptica de Albert Einstein “la palabra progreso no tendría ningún sentido si no hubiera gente feliz”.