La alimentación es parte esencial de nuestra vida y un aspecto esencial de la fisiología del ser humano. Sin embargo, la calidad, cantidad, origen y tipo de alimentación dicen mucho de quien la consume, de su cultura, prioridades e incluso de sus valores.
Profundos estudios acerca del papel de los genes y su influencia en las preferencias alimenticias nos hacen comprender que cada ser humano tiene una idiosincrasia genética que lo hace especial con requerimientos y necesidades nutricionales específicos que hoy día conocemos como nutrigenómica.
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La elección de los alimentos no sólo afecta nuestro bienestar físico sino también emocional y psicológico. Estudios han demostrado también el papel de la alimentación rica en frutas, verduras y alimentos integrales que pueden mejorar el estado de ánimo y reducir el riesgo de enfermedades neurológicas y mentales.
Dejando de lado el bienestar físico, lo que comemos también es un medio de identidad cultural, tradición y memoria. Algunas regiones se caracterizan por sus platillos típicos y son una expresión de su historia, su geografía y escancia. Así al alimentarnos no sólo alimentamos el cuerpo, sino también absorbemos el alma de nuestras culturas y la historia de nuestros ancestros.