- Los sanjuaneros recorren año con año kilómetros para demostrar su fe y agradecer principalmente por su salud a la Morenita
La visita a la Virgen de San Juan de los Lagos es una tradición muy arraigada con más de 300 años de antigüedad, en la que los potosinos participan fielmente año con año, al igual que devotos al interior de la República e incluso de otros países, quienes desde el primer milagro que se le adjudica, buscan rendirle homenaje y agradecimiento por peticiones que les ha cumplido o que están en proceso visitándola cada 2 de febrero.
En la actualidad son entre ocho y nueve millones de personas las que al año visitan a la Virgen en la catedral de Nuestra Señora de San Juan de Los Lagos en Jalisco, durante la fiesta de “La Candelaria” el 2 de febrero.
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Según la historia en el año 1623 una familia de cirqueros que se dirigían a la ciudad de Guadalajara llegó a descansar en el pueblo de San Juan Mezquititlán (hoy San Juan de los Lagos), trayendo con ellos varios espectáculos, entre ellos, el de una niña que brincaba en un trapecio sobre una cama con dagas. En un acto, la niña no equilibró bien y cayó sobre la misma lo que provocó su muerte inmediata.
Poco antes del entierro de la niña, una mujer indígena llamada Ana Lucía, esposa de Pedro Andrés, que se encargaba de cuidar la pequeña capilla, al ver el dolor de los padres de la niña pidió llevar a una pequeña imagen que ella llamaba «La Cihualpilli» (que significa La Gran Señora), argumentando que era milagrosa, ya que contó, en ocasiones la imagen cambiaba de lugar, de la sacristía al altar.
Según las narraciones, la colocó en el pecho de la niña quien con este hecho volvió a la vida. En la zona metropolitana de el pasado martes arrancó Caravana Nacional de la Fe 2024 que parte de San Luis Potosí hacia San Juan de los Lagos para visitar a la Virgen, con más de 3 mil peregrinos.
Los sanjuaneros iniciaron el trayecto a pie de más de 200 kilómetros desde la capital con destino a San Juan de los Lagos para rendir homenaje y expresar su gratitud a la Virgen cargando un morral de historias por las que ya algunos año con año participan en la travesía, desde la recuperación en la salud de un familiar, hasta el agradecimiento por preservar la misma y el mantener un sustento económico para salvaguardar a las familias.