Estrés postraumático por infidelidad o traición

Muchas personas experimentan la traición en algún momento de su vida. Al establecer cualquier tipo de relación social nos exponemos a la posibilidad de que el otro nos engañe. Sin embargo, cuando se trata de un vínculo afectivo corremos el riesgo de desarrollar estrés postraumático por infidelidad o traición.
Origen del estrés postraumático por infidelidad o traición.

Si tantas personas son víctimas de la traición por parte de familiares, parejas o amistades, ¿por qué no en todos se desencadena el estrés postraumático? La respuesta es que el origen no reside tanto en la experiencia objetiva, sino en cómo esta es vivida subjetivamente.

Y es que un trauma se define por ser una situación en la que la persona siente que su supervivencia o su integridad física o psicológica están en peligro.

Por ejemplo, los niños no pueden escapar de la relación con sus progenitores porque dependen de ellos. Y lo mismo sucede cuando una persona depende económica o emocionalmente de su pareja.

Revivir el evento traumático
Son comunes los pensamientos intrusivos y recurrentes respecto a la infidelidad, las pesadillas y la sensación de estar reviviendo el duro evento.

Problemas en el manejo emocional
Es frecuente que aparezcan sentimientos de culpa, vergüenza o humillación y que la persona experimente ira, ansiedad, depresión y deseos de venganza.

Síntomas físicos
El impacto emocional se manifiesta también a nivel corporal, dando lugar a síntomas físicos como las alteraciones del sueño y del apetito, así como diversos dolores y molestias somáticas.

Pérdida de confianza
Dadas las particularidades del estrés postraumático por infidelidad, es muy común que se experimente una intensa pérdida de confianza en la pareja. Pero además, se daña la confianza en uno mismo (baja autoestima) y se reduce la capacidad de confiar en los demás.

Más allá de estos síntomas, la traición de una persona cercana puede desencadenar algunas complicaciones. Por ejemplo, es posible que se despierten traumas similares vividos antes, que no fueron resueltos de forma adecuada. Si esto ocurre, el sufrimiento se multiplica y la intervención se vuelve más compleja.

Además, si la persona se niega a aceptar y procesar lo sucedido y continúa la relación como si nada hubiera pasado, puede producirse un severo daño emocional. La autoestima continúa debilitándose y se abre la posibilidad a la ocurrencia de nuevas traiciones que compliquen el cuadro.