¿Por qué tantos nazis tenían la cara cortada?

En Alemania, Austria y Suiza existe un tipo de combate con espadas practicado por estudiantes que sirve para demostrar su valentía, honor y virilidad. Esta especie de esgrima recibe el nombre de mensur, y forma parte de las tradiciones y rituales que siguen las sociedades universitarias germanas. Un concepto muy romántico de batirse en duelo que a finales del siglo XIX y principios del XX se realizaba sin protección alguna y sin apenas reglas. Los combatientes tenían un objetivo: no apartarse aunque el rival lanzara una estocada en dirección a la cara.

Era la muestra del valor por encima del dolor, una ausencia de miedo que quedaba reflejada en las cicatrices que dejaban los cortes.

Dado el nivel social elitista al que pertenecían muchos de estos estudiantes, un gran número acabó recalando en las filas del partido nazi y lucieron sus cicatrices con orgullo en lo que hoy concebimos como rostros del mal.

La cara del malo
Es habitual que los villanos de las ficciones ofrecidas por el cine y las novelas tengan alguna cicatriz en la cara. Es un elemento cliché que identifica a una persona violenta, la cara del malo de la historia, que parece ganar puntos en crueldad con este tipo de marcas en el rostro.

En la película de Disney El Rey León, el villano incluso se llama Scar, que significa “cicatriz” en inglés, elemento que el personaje luce en uno de sus ojos.

Es sabido que la escena de la película en la que Scar asiste al desfile de hienas preparándose para una guerra tiene la estética de los desfiles nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Hasta ahí llegan las referencias y la unión de conceptos entre los malos y las cicatrices en la cara. En este artículo podríamos estar hablando de uno de los orígenes de esta concepción.

Uno de los nazis más famosos fue Otto Skorzeny, conocido como “Caracortada” por las cicatrices de su mejilla izquierda, considerado por los Aliados “el hombre más peligroso de Europa” tras rescatar al dictador italiano Benito Mussolini y ayudar a escapar a miembros de las SS alemana, cuerpo de combate del que fue coronel. Las marcas en la cara de Skorzeny tuvieron su origen en el mensur.

Durante su etapa universitaria, combatió en trece duelos y en el décimo fue herido en el rostro con un corte que le dejó una aparatosa cicatriz. No solo fueron elementos por los que recibió el apodo de “Caracortada”, sino que Skorzeny lucía sus cicatrices con orgullo como muestra de su valentía.

Cuando posaba para una foto, digamos que él tenía claro cuál era su lado bueno, a pesar de que hoy sea reconocido como uno de los rostros del mal desatado durante la Segunda Guerra Mundial.

El mensur
En las primeras décadas del siglo XX, los combatientes en el mensur apenas se protegían el cuello y los ojos. El resto de la cabeza permanecía expuesta al rival.

Es por ello que resultaba fácil salir con cortes en la cara, sobre todo en el lado izquierdo, tal y como le ocurría a Skorzeny, pues la mayoría de los duelistas eran diestros y la dirección de los ataques ocasionaba los cortes en este lado.

Rendirse no era una opción y resultar herido en estos combates era todo un honor. Tanto es así que las cicatrices producidas durante la práctica del mensur recibían su propio nombre: Schmiss, que demostraban el coraje de aquellos que las sufrían.