(Video) Iván: más allá de la nariz roja

  • Es la quinta generación de artistas circenses. Sus padres, un payaso y su madre una aerealista que aún no bajan el telón; sus hermanos, también se dedican a este arte y su pequeña sobrina, ya sigue el camino

Detrás de la nariz roja, del maquillaje, su colorido vestuario y los chistes de Willy, existe un joven con sueños y metas más allá de su personaje.

Es Raúl Ivan Castaño Olave. Originario de Barranquilla, Colombia, nació y creció dentro de una carpa rodeado de la magia circense.

En ese escenario ha fincado su vida y contrario a lo que muchos piensan, ser artista de circo le parece tan similar, a una rutina fuera de los escenarios. Raúl Ivan, de 29 años, es la quinta generación de artistas circenses.

Sus padres, un payaso y su madre una aerealista que aún no bajan el telón; sus hermanos, también se dedican a este arte y su pequeña sobrina, ya sigue el camino.

“Es algo que traes en las venas, puedes elegir tu camino, pero yo decidí quedarme.

Disfrutas de muchas cosas, y creo que el hecho de hacer algo diferente todos los días, eso es lo que lo hace muy interesante”.

“¿Quien es Ivan?. Si definiría es como, un músico que pudo trasladar su pasión a su trabajo, que es la música, un chavo soñador, que aspira mucho y que lucha por lograr sus sueños”.

Su infancia fue tan divertida, que no la cambiaría por nada, y de ser posible volvería a vivirla tal cual sucedió.

Hoy, con cientos de recuerdos en su memoria, Raúl Ivan es un chico con tantas aventuras que contar, como estrellas en el cielo.

“Fue muy divertida, vivir en un circo te permite vivir muchas experiencias a muy temprana edad, lo que sí es un hecho, es la disciplina y las responsabilidades, no pesadas ni nada que no pueda ser un niño”.

“Pero te van inculcando desde muy pequeño a tener responsabilidades. Saber que la hora de la función se respeta, los instrumentos de trabajo se cuidan, pero fuera de ahí, imagínate recorres el país”.

A los 12 años de edad, a Raúl Ivan le tocó elegir su talento.

Él quería ser malabarista, pero un accidente lo llevó a convertirse en payaso, tres años después. Willy, es su nombre artístico, igual al de su padre.

“En el circo es como aprendes jugando con los aparatos, de igual manera te sirve mucho ver que hacen tus demás compañeros y ver que quieres aprender o que se te facilitaría más”.

Luego de 17 en los escenarios, ha desarrollado una gran cantidad de talentos artísticos; toca la guitarra, el piano, la trompeta, el saxofón, el clarinete, los timbales, la batería, la melódica, el cordeón, trombón y además canta, algo que le permite ponerle el plus a sus presentaciones.

“Cuando naces en un circo es más sencillo porque siempre has estado en ese entorno, pero cuando llegas y te adaptas, es más complicado por la cuestión del apego, pero terminas enamorándote del lugar, el circo te atrapa”.

“Es otra de las cosas que la gente no sabe, como es la comodidad en el circo, como vivimos, como nos bañamos, como comemos, la gente piensa otras cosas, y es totalmente diferente a lo se puede llegar a imaginar”.

“Tenemos una vida normal, estudiamos, nuestras navidades son en familia, celebramos igual, la única diferencia es que todo lo hacemos abajo de una carpa, y vivimos en una casa rodante”.

Sentado en el cómodo camper, que es su hogar, comparte para El Heraldo de San Luis Potosí, su día y a día y también lo complicado de su trabajo, como encargo de hacer reír al público.

Salir a la pista con una sonrisa de lado a lado, incluso en momentos adversos, es lo que muchas veces llega a pesar.

“Salir a trabajar en un día en el que no te sientes bien, a lo mejor físico, sentimentalmente, problemas familiares, económicos, el fallecimiento de algún familiar, que es lo más difícil que en lo personal me ha pasado”

“No es como hacer cualquier otro espectáculo, porque a veces no tienes ni ganas de reír tu, imagínate hacer reír en esos momentos.

A mi me pasó, por ejemplo cuando murieron mis abuelos, despedirlos en la carpa, y después seguir, porque el show debe continuar, no es fácil, pero lo logras”.

Amante de las caricaturas de Disney, la pasta, el reggaeton y el fútbol, Raúl Ivan, a diferencia de muchos artistas de circo, no quiere morir en ese escenario.

Tiene planes más allá de la carpa, uno de ellos es tener una barbería y el otro no menos importante, es, construir un salón de fiestas infantiles.

“Sí, sí, sí, en algún momento me vea haciendo diferente cosas, tengo muchas metas por cumplir fuera del circo y me veo en algún momento haciendo otro proyectos en mi vida, ¿cuando y donde?

Aun no sé, pero estoy seguro que lo voy a lograr”.

Tiene un hijo de ocho años, al que poco ve, pero que siempre tiene cerca.

Ama Culiacan, como ningún otro lugar del país, pues es ahí donde vive parte de su familia y aunque esta acostumbrado a las despedidas, hay unas que pegan más.

Prefiere evitar los excesos y divertirse sanamente.

Su hobby es cantar, escuchar música y aprender a tocar nuevos instrumentos.

El Rey León es su película favorita y el color negro es sin duda, el que más le gusta.

Es el menor de tres hermanos y su mayor inspiración son sus padres, quienes nacieron en un entorno de carencias, tocaron la cúspide del éxito en los mejores circos del mundo e incluso tener su propio empresa cirquera.

Aún no sabe si algún día se volverá a casar, pero lo que sí tiene muy claro es que hacer reír a chicos y grandes, será parte esencial, el resto de su vida.

“Tengos sueños por cumplir como tener un salón de eventos, es un sueño que no quiero que quede en el intento y tener una barbería, me gustaría aprender a cortar cabello”.

Fue hasta la pandemia por Covid 19 que experimentó un vida sedentaria, aunque ese espíritu inquieto, nunca cambio.

Dos años de telón abajo no fueron sencillos, pero él y su familia salieron adelante, haciendo lo inimaginable.

“Hice de todo, vendimos globos, pusimos mesas de snacks, nosotros somos una familia muy trabajadora y sabemos enfrentar las adversidades juntos, no fue fácil se detuvo todo, y fuimos de los afectados, peor salimos, y aquí seguimos otra vez en la pista”.

Recordó que dicho que dice, mientras haya un niño en el mundo, habrá un circo para divertirlo.

Y eso es muy cierto. Raúl Iván “Willy” esta seguro que ni los circos, ni los payasos pasarán de moda, nunca.

“Creo que no va a pasar de moda, es un espectáculo en vivo, no creo que pase de moda, ni los payasos, ni el circo, que sirva esto para invitar a la gente que si hay un circo en su ciudad, su ejido, su colonia, lo apoye”.

“Es muy importante para nosotros el apoyo de la asistencia del público, no es muy caro ir a un circo, y lo mejor es que en México tenemos la fortuna de tener muchos de los mejores circos del mundo”.

“Me gustaría dejar un mensaje para la gente que igual no se ha dado la oportunidad porque me ha pasado mucho últimamente, me topo mucha gente que me dice, tenía años que no iba a un circo, que sé den la oportunidad más seguido”.