El gran éxito comercial del pintor italiano Amedeo Modigliani (1884-1920) se debe en gran parte a su primer marchante, el francés Paul Guillaume, una relación que es analizada por primera vez en una exposición que se abrió el pasado miércoles en París.
Modigliani es “uno de las artistas más vendidos en el mercado del arte”, explica Cécile Girardeau, conservadora del museo de l’Orangerie, donde la exposición permanecerá abierta hasta el 15 de enero de 2024.
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Ese éxito se debe a que es uno de los pintores más reconocibles y populares de las vanguardias del primer tercio del siglo XX en Europa.
Un creador que se dejó abiertamente influenciar por el arte africano, recién descubierto en Europa, y por el arte medieval y religioso italiano, con el que se había formado en su Livorno natal.
El resultado son retratos de mujeres de ojos pequeños y almendrados, una paleta de colores extensa y atrevida, un trazo enérgico y muy imitado.
Modigliani pasó como una exhalación por el París de principios de siglo, a donde llegó en 1906.
Conoció al galerista Paul Guillaume hacia 1915, por mediación del escritor Max Jacob.
Guillaume se había convertido en galerista después de trabajar en un garaje, donde llegaban regularmente cargamentos de caucho proveniente de las colonias francesas en África.
En uno de esos cargamentos llegaron unas máscaras africanas, y Guillaume se quedó fascinado por el hallazgo, explicó a la Afp Sylphide de Daranyi, autora de una biografía del coleccionista.
En 1911 el poeta Guillaume Appollinaire descubre esas máscaras expuestas en un escaparate del garaje. Arranca un cambio decisivo en el arte europeo.
A su vez, Paul Guillaume representará una ayuda providencial para el recién desembarcado Modigliani.
El pintor italiano, de fuerte carácter, es un artista convencido de su genialidad que aún no consigue despegar.
Guillaume “lo apoyó y lo instaló en un taller”, explicó Simonetta Fraquelli, comisaria de la exposición junto a Cécile Girardeau.
El marchante francés “ejerció un papel clave en la difusión de la obra del pintor en Estados Unidos”.
Modigliani se había lanzado a la escultura justo antes de conocer a Guillaume.
De la mano de su agente, entre 1915 y 1916, vuelve con ímpetu a la pintura, y le hará un homenaje vibrante con varios retratos, agrupados por primera vez en esta exposición parisina.
El pintor italiano pinta significativamente el lema “Novo pilota” debajo de uno de esos retratos. Guillaume es el nuevo piloto que lo ayudará a salir de la pobreza, cree Modigliani.
Más de un centenar de pinturas de Modigliani pasaron por las manos de Guillaume, que representó al italiano hasta que su puesto fue ocupado por el marchante polaco Leopold Zborowski.