Por qué algunos antidepresivos pueden favorecer el aumento de peso y cómo abordarlo

  • Por qué algunos antidepresivos pueden favorecer el aumento de peso y cómo abordarlo

Existe un planteo o queja frecuente en la consulta de personas con ansiedad y/o depresión y es sobre el aumento de peso que experimentan.

En muchos casos, la respuesta que se obtiene es que está dado por una mayor ingesta, en particular cuando la ansiedad es parte constitutiva importante del cuadro y que deben controlar esto.

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Sin embargo, esto no sería, según una investigación reciente, lo que justifique ese incremento y va en correlación con el planteo, también muy frecuente, que aun limitando la ingesta, las personas experimentan un aumento de peso.

En otros casos, a esto se asocia la observación, comprobada y real, que algunos pacientes presentan un incremento en su peso con ciertos antidepresivos en particular.

Lo concreto es que el tema incremento de peso, en ansiedad y/o depresión es parte de los problemas que se encuentran a diario en la consulta y el inconveniente es que no ayudan al paciente en su autoestima, parte constitutiva del cuadro, pero tampoco en la adherencia y sostenimiento del tratamiento.

Con lo cual se experimentan abandonos o la búsqueda de soluciones mágicas, en muchos casos riesgosas. En este aspecto, los pacientes, en la desesperación, apelan a medicinas supuestamente naturales pero que terminan siendo preparados magistrales en los cuales predominan las anfetaminas.

La correlación ansiedad/obesidad/depresión ha sido estudiada y conocida desde hace tiempo. Más allá de la comprobación empírica, los trabajos científicos que cuentan con estadísticas sobre grupos extensos y con metodología rigurosa son los que aportan datos concretos y no especulaciones, y esto es lo que cuenta en la ciencia.

Un trabajo de mayo de este año sobre una población extensa, explora la incidencia de trastornos hormonales, la depresión y ansiedad; así como la comorbilidad entre ellos.

Las conclusiones del estudio en el que se separaron los factores obesidad y sobrepeso por un lado, y depresión y ansiedad (dentro de esta, ansiedad severa) por otro, permitieron obtener algunas conclusiones de importancia para la comprensión y el tratamiento de este conjunto obesidad/ansiedad/depresión.

Por un lado, encontraron algo quizás esperable y fue que los aumentos de peso y obesidad se presentaron más en pacientes con ansiedad sumada a la depresión que en aquellos con menores índices de ansiedad o solo con depresión.

Por otro lado, desde la medición de variables biológicas, encontraron alteraciones de los parámetros que evalúan el funcionamiento tiroideo como hormona estimulante de la tiroides (TSH), tiroxina libre (T4) y triyodotironina libre (T3), así como anticuerpos (tiroglobulina, peroxidasa) en un porcentaje alto de casos, principalmente en aquellos en los que la ansiedad era más severa y ligeramente superior en población con sobrepeso, versus aquella con mayor aumento de peso, es decir obesa. En relación con esto encontraron una respuesta similar en otras variables como glucosa, o lípidos.

Comprueban la correlación entre alteraciones tiroideas y obesidad, conocida obviamente, pero no demostrada en estos casos de patología ansio-depresiva. Por otro lado destacan el rol significativo que juega la ansiedad.

A estos hallazgos debemos sumar los conocidos efectos de cierto tipo de antidepresivos y, en particular, cuando su uso es indiscriminado, sin control en cantidad ni en duración de tratamiento.

Hace ya tiempo se ha evaluado el fenómeno de rebote en función de la duración de tratamiento, es decir en el índice de masa corporal (IMC) que mide la correlación peso altura, en pacientes que comenzaron a ingerir antidepresivos sin indicación precisa, pero con el objetivo de bajar de peso.

Sabemos que el sobrepeso y la obesidad están asociados con el tipo específico de depresión, el grado de ansiedad comórbida y con la respuesta al tratamiento antidepresivo. Los mecanismos subyacentes a estas asociaciones son complejos y multifactoriales, y pueden incluir estrés, conductas alimentarias disfuncionales y anomalías neuroendocrinas. Todos deben ser considerados.