A poco más de un año de celebrarse las elecciones constitucionales para elegir al presidente que gobernará México en el periodo sexenal de 2024 a 2030, es ya común escuchar la aseveración que sostiene que quien resulte ganador de las encuestas que realizará el partido Morena entre julio y noviembre de 2023 será con seguridad el ganador de la elección del año próximo.
Es decir que se afirma que, sin duda, Morena gobernará otro sexenio a nivel federal y que para quien gane la o las encuestas de Morena en las siguientes semanas lo demás será puro trámite.
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Yo no estaría tan seguro. En la vida como en la política las circunstancias juegan un papel fundamental y los escenarios cambian en cuestión de semanas, días y hasta horas.
A veces un hecho, una serie de hechos, o una noticia son suficientes para mover las tendencias, impactar el ánimo de los electores y cambiar los resultados “previstos”.
Al final los ciudadanos tendrán el derecho de elegir entre las diferentes opciones que presentarán los partidos y/o coaliciones políticas acudiendo a votar el domingo 2 de junio de 2024.
De lo que sí podemos estar seguros es que si las elecciones fueran el próximo domingo el ganador sería el abanderado del partido Morena.
Hoy por hoy, el partido Morena tiene una fortaleza indiscutible y una preeminencia en las posiciones políticas y de gobierno en todo el país.
Morena es el partido en el gobierno, maneja los programas sociales y tiene en el presidente Andrés Manuel López Obrador a su principal activo político con un liderazgo determinante y con una popularidad indiscutible.
El presidente AMLO manda y manda fuerte en su partido. AMLO marca los ritmos, la cadencia de los tiempos y las reglas de Morena en el proceso interno de selección de candidato.
El presidente AMLO ha dispuesto, en términos genéricos, que sea el pueblo el que elija quién debe ser la persona que garantice la continuidad de los ejes programáticos de la 4T -cuarta transformación, y para ello ha ordenado al gerente de ese instituto político, Mario Delgado, que Morena realice un ejercicio de encuestas para que la gente decida de entre las llamadas “corcholatas” (Marcelo Ebrard Casaubon; Claudia Sheinbaum Pardo; Adán Augusto López Hernández, y; Ricardo Monreal Ávila) quién debe ser el elegido.
Es decir, que la o las encuestas de Morena serán a población abierta y no solo a los militantes o simpatizantes de ese partido.
Quiere decir que hay posibilidad de que en realidad se tome el parecer de lo que opine la mayoría de la población sin distingos de partidos. Por eso digo: ¡Gracias AMLO, yo pondré al próximo presidente de México!
Yo felicito y reconozco el empeño democrático del presidente de la República al abrir el proceso de su partido Morena a la participación de todos los mexicanos.
Sin embargo, la credibilidad es el Talón de Aquiles de las encuestas por lo que es necesario garantizar que se haga de tal forma que la gente crea en su resultado.
Al paso hay que decir que las encuestas no le han salido nada bien al actual gerente de Morena y que para una decisión tan importante como elegir al que será el candidato de la 4T y, tal vez el presidente de México, habría que pensar de entrada si esa persona es o no confiable para conducir el proceso.
Pero la pregunta central es: ¿de qué depende la credibilidad de las encuestas? Sin duda, la credibilidad estará en el convencimiento de la sociedad con un resultado que refleje que la persona que obtenga la preferencia mayoritaria es la mejor para dirigir al país.
Para lograr ese efecto positivo, se supone que para opinar la gente tendrá la información suficiente y sabrá quién es quién; qué representa cada una de las “corcholatas” y; por supuesto, qué es lo que nos proponen a los mexicanos en su afán de llegar a la silla presidencial.
Una encuesta sin esas características está destinada al fracaso. Una encuesta sin que la gente conozca en serio a las “corcholatas” será un fraude.
El único aspirante que hasta el momento se ha atrevido a decirnos quién es, de dónde viene, porqué quiere ser presidente y qué propone para el desarrollo de México es Marcelo Ebrard Casaubon.
Es decir que Marcelo Ebrard le tomó la palabra al presidente López Obrador mientras que las otras “corcholatas” (Ya Saben Quiénes) siguen esperanzadas a ser beneficiarias del dedazo presidencial manejando la imagen de “consentidos” y/o agazapados en la nebulosidad de la mentira y el uso inmoral y, tal vez ilegal, de la función pública.
Repito, estoy convencido que las circunstancias del momento determinan las cosas.
En política todo puede pasar y de hecho en la política de San Luis Potosí ya ha pasado.
Sé que una encuesta bien hecha por Morena en 2023 la ganará sin duda Marcelo Ebrard y entonces podrá competir por la presidencia de México en 2024.
Continuidad con cambio, fortaleciendo la unidad de los mexicanos, es lo que ofrece un hombre con visión estratégica como Marcelo Ebrard para construir un futuro mejor.
Yo le vuelvo a dar las gracias a AMLO, yo pondré al próximo presidente de México.