Precioso par de playas divididas por un peñasco
Nombradas así por el tono de sus bellas arenas, conjugan el refinado gusto arquitectónico de sus hoteles con el paisaje de palmeras.
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Hay un puente colgante entre dos acantilados desde donde se tiene una magnífica vista panorámica.
La prístina Playa Rosa, de oleaje muy suave, cuenta con su restaurante y bungalows color rosa mexicano, así como enormes villas encalladas en las laderas, las cuales protegen a la pequeña bahía. Desde aquí se puede tomar una embarcación de recreo para visitar tres cuevas y un islote o visitar la bella Playa Paraíso, de oleaje regular, que ofrece condiciones ideales para la natación.
Otro idílico lugar, al que sólo se puede llegar por kayak es Playa Blanca, llamada así precisamente por la pureza de su arena, única en toda la región. Estas playas no pasan de los 100 metros de longitud y el oleaje es prácticamente nulo, más parecido a una piscina, ya que están protegidas por un par de islotes.
El pequeño canal que une a los dos cuerpos de agua es un edén para los que gustan del snorkel. Su superficie es poco profunda y la variedad de especies marinas que aquí coexisten es enorme.