En su libro Velo. Las guerras secretas de la CIA, el periodista Bob Woodward presentó reveló que el director de la agencia de espionaje, William Casey, había ordenado en 1985 por instrucciones del presidente Reagan la fabricación de un documento de inteligencia que mostrará a México al borde del caos.
La Casa Blanca de Reagan se encontraba ya en el inicio de un operativo para obligar a una competencia armamentista a la Unión Soviética y había autorizado operaciones de inteligencia en América Latina para frenar la influencia progresista de Cuba en algunas revoluciones sociales.
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México se encontraba en una situación de crisis política: inflación-devaluación, avances del PAN a nivel municipal, intervención del embajador John Gavin para construir una alianza opositora PAN-empresarios-iglesia católica conservadora-EU, aumento del tráfico de mariguana a Estados Unidos.
Dos hechos potenciaron el colapso: el asesinato del columnista Manuel Buendía en mayo de 1984 cuando se disponía a publicar nombres de funcionarios que estaban detrás de los primeros cárteles marihuaneros y el asesinato en febrero de 1985 del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar.
El analista de CIA que fue encargado de redactar el reporte fabricado, John Horton, se negó a cumplir con la consigna señalando que no existían indicios de un colapso sistémico en México y argumentó su información con datos de cuando había sido jefe de la estación de la CIA en México.
Horton no solo se rebeló ante Casey, sino que presentó su renuncia y la hizo pública en un artículo publicado en la página de opinión del The Washington Post.
Ese mismo espíritu antimexicano de Reagan está reviviendo en los ánimos del presidente Joseph Biden sobre México.
El objetivo actual de la Casa Blanca es terminar con el escenario de autonomía relativa que le concedió el presidente Donald Trump al presidente López Obrador y regresar a la subordinación estratégica de México al paraguas de seguridad nacional estadounidense.
México no se encuentra todavía consolidado en la lógica de independizarse de Estados Unidos, pero ha comenzado en el gobierno actual a fijar el valor de los intereses nacionales mexicanos por encima de los intereses estadounidenses.
La decisión de México de no apoyar las sanciones contra la Rusia de Putin causó enojos en los pasillos de la comunidad de los servicios de inteligencia de EU.
Mientras México asume el Entendimiento Bicentenario con Estados Unidos como un acuerdo que respete la lógica de los intereses mexicanos, en la Casa Blanca han tomado la decisión de presionar a México para someterlo a la lógica de la guerra de Biden en Ucrania.
La Evaluación Anual de Amenazas de la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos difundida el pasado 8 de marzo tiene todos los elementos que en 1985 le pidió Reagan a la CIA: mostrar el debilitamiento de las instituciones políticas mexicanas ante el avance del crimen organizado en las estructuras políticas federales y estatales y exigir un mayor involucramiento de los servicios civiles y militares de Estados Unidos en la lucha contra los cárteles del narcotráfico dentro de México, aunque desde el 2005 las evaluaciones de la DEA han revelado que los cárteles mexicanos tienen todo el control del proceso de contrabando, venta y lavado de la droga en el territorio estadounidense.
El modelo de crimen organizado transnacional, inventado por el presidente Barack Obama, es el instrumento de penetración de las instituciones de seguridad de Estados Unidos en México para lanzar operativos en contra de los cárteles dentro del territorio mexicano, sin que hasta ahora haya existido alguna operación seria de las autoridades estadounidenses contra las células de los cárteles mexicanos que controlan el tráfico de drogas dentro del territorio estadounidense.
La caracterización trasnacional de los cárteles le abre a Estados Unidos las puertas de la política de seguridad pública de México y podría regresar la violencia criminal como la de esta semana en Colima, Tamaulipas y Chihuahua como respuesta de los cárteles reviviendo el modelo de narcoguerra que asumieron, por presión de Washington, los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
La conclusión de esta confrontación Estados Unidos-México está a la vista: no hay entendimiento bicentenario, sino el regreso al modelo imperial de Reagan de sometimiento de México.
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Política para dummies: la política entre las naciones es un juego de suma cero.
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