Ante sus acciones bélicas en Ucrania, Rusia comienza a ser castigada desde todos los ámbitos, incluido el artístico.
Las tensiones de la guerra ponen en una situación complicada a los artistas rusos, más allá que estén a favor o no de las políticas exteriores de Putin: la realidad de su nacionalidad es motivo suficiente para generar recelo, desconfianza y desprecio.
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Este parece ser el caso, con ciertos sectores de la comunidad artística tomando decisiones apresuradas, o presionando a los artistas rusos para que se pronuncien de modo definitivo ante el conflicto. Ejemplo de esto es la filarmónica de Zagreb, que removió de su repertorio a Chaikovski, y la Ópera de Polonia, que decidió interrumpir la producción de la obra “Bóris Gudunov” de Modesto Músorgski. Tanto Chaikovski como Músorgski vivieron en el siglo XIX.
Otro caso reciente, y también polémico, tuvo lugar en la universidad de Milán: la institución pretendió suspender de sus cursos el estudio de la famosa novela “Crimen y Castigo”, del ruso Fiódor Dostoyevski, y que es considerada una de las obras cumbres de la literatura universal.
La universidad de Milán retrocedió en su tentativa ante la respuesta negativa que obtuvieron en redes sociales, y más aún por su desatino: el mismo Dostoyevski fue exiliado a Siberia, por considerársele un disidente del régimen zarista.