Vicente Fernández, el último gran ídolo de la ranchera mexicana

Partió tras permanecer hospitalizado casi cinco meses por una caída en su rancho Los Tres Potrillos en Guadalajara

A los ocho años, Vicente Fernández recibió su primera guitarra y desde entonces se propuso ser un ícono de la música ranchera mexicana. Lo logró con creces, en una carrera marcada por el éxito y el dolor.

Retirado de los escenarios desde 2006, el cantante falleció este domingo a los 81 años en Guadalajara (oeste), el mismo día que los mexicanos honran a su patrona, la Virgen de Guadalupe, con rezos y mariachis, de los cuales ‘Chente’ era rey.

¡SIGUE NUESTRO MINUTO A MINUTO! Y ENTÉRATE DE LAS NOTICIAS MÁS RELEVANTES DEL DÍA

Partió tras permanecer hospitalizado casi cinco meses por una caída en su rancho Los Tres Potrillos -como llamaba a sus hijos varones-, en Guadalajara.

Nacido el 17 de febrero de 1940 en Huentitán el Alto (estado de Jalisco), de padre ranchero y madre ama de casa, hizo de su música parte de la memoria colectiva mexicana con canciones como “Por tu maldito amor” y “Volver, volver”.

Pero también se clavó en el corazón de millones de latinoamericanos que lo han seguido incondicionalmente y lo elevaron al olimpo junto con estrellas como Jorge Negrete, José Alfredo Jiménez y Pedro Infante.

De esa corte, Vicente Fernández ha sido considerado por especialistas como el último gran ídolo de la música vernácula mexicana.

Cada vez que subía al escenario prometía que “no dejaría de cantar si su público no dejaba de aplaudir”, lo que hacía de sus conciertos celebraciones memorables.

Así se rigió durante más de cinco décadas de carrera, en las que se hizo acreedor de múltiples galardones y reconocimientos, incluidos tres Grammy y nueve Latin Grammy.

Vendió más de 70 millones de copias de una vasta discografía integrada por unos 80 álbumes, y participó en una treintena de películas.

Su larga lista de éxitos incluye una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

– “Sinatra de las rancheras” –

Por su portentosa voz, el diario estadounidense The Houston Chronicle lo bautizó en 1991 como “el Sinatra de la música ranchera”.

“El día que yo deje de escuchar aplausos, ese día moriré de tristeza”, dijo el astro en febrero de 2009, durante su único concierto en el Zócalo de Ciudad de México, la plaza pública más importante del país.

Aquella noche, frente a más de 200.000 personas, el “Charro de Huentitán” negó que “pensara en el retiro”.

Pero el 16 de abril de 2016 dijo adiós en el imponente Estadio Azteca de la capital mexicana.

Esa noche no faltó el toque político. “Si un día lo tengo enfrente, le voy a escupir la cara y le voy a mentar la madre”, dijo en alusión a Donald Trump, que entonce buscaba la presidencia estadounidense tildando a los mexicanos de “violadores y criminales”.

Fue amigo de reconocidos políticos mexicanos y latinoamericanos, como el fallecido expresidente venezolano Hugo Chávez, que se sabía de memoria sus canciones. Chávez lo recibió en el palacio presidencial en 2012 y juntos entonaron “Lástima que seas ajena“.

Fuera de los escenarios, Fernández estaba dedicado a su esposa “Cuquita“, sus hijos Vicente, Gerardo, Alejandro y Alejandra y a sus 11 nietos.

Pero la música nunca se fue. En el estudio de su rancho continuó grabando discos, el más reciente lanzado en 2020 para celebrar 80 años de vida.

– El dolor del secuestro –

En contraste con una vida de éxitos, “Chente” lidió con situaciones dolorosas como el secuestro de su hijo Vicente Fernández Junior en 1998, que lo marcó para siempre.