- En México la población entre 12 y 18 años sobrepasa los 18 millones
Uno de los grupos con mayor riesgo de contagiarse de coronavirus es el de los jóvenes y adolescentes de entre 12 y 18 años.
Según el censo de 2020 del Inegi, en México la población entre 12 y 18 años sobrepasa los 18 millones. Mientras que la ENOE 2018, más concretamente, reporta que hay 13.7 millones de mexicanos que tienen entre 12 y 17 años.
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El gobierno de la República ha fallado en los calendarios de vacunación. No necesariamente por falta de dosis, pero los grupos de la misma edad que se decidieron a principios de año no fueron inmunizados en los tiempos previstos. Y ahora se niegan a vacunar a menores de edad. La explicación más lógica para esto último no es la que dijo Hugo López-Gatell, sino que quizá simplemente no tienen vacunas.
El subsecretario López-Gatell señaló el martes que “no hay evidencia científica de que se requiera vacunar niños, de que se requieran dosis de refuerzo o que haya una especial preocupación porque sean más virulentas las variantes, ni siquiera la variante Delta”.
Esa declaración choca con los criterios mínimos que toma en cuenta Cofepris para autorizar un medicamento: su eficacia y su seguridad. La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios dio luz verde el 24 de junio a la vacuna Pfizer para su aplicación en México a los adolescentes entre 12 y 18 años. La única hasta ahora para esa población.
Tal autorización fue otorgada mes y medio después de que en Estados Unidos la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) informara que Pfizer podía aplicar su vacuna Pfizer-BioNTech en mayores de 12 años.
Si luego la Cofepris hizo lo propio significa que esa vacuna no daña a los más jóvenes y que es buena contra la enfermedad que ha matado aquí a medio millar de niños y adolescentes. La pregunta es si cuando se autorizó a Pfizer-BioNTech en EU para menores de 18 años el gobierno mexicano tomó las debidas previsiones.
Desde diciembre pasado de la farmacéutica Pfizer han arribado al día de hoy alrededor de 25 millones de dosis. Como ha sido público, de esas dosis se ha puesto todos estos meses no sólo a personal del sector salud, sino a población en general.
Al gobierno federal se le complicaría abrir la vacunación para los más jóvenes: difícilmente les alcanzarían las vacunas que todavía tengan. Se requieren para esa población en un mes un volumen similar al que ha llegado en ocho meses.
En plena tercera ola tenemos que estar adivinando las razones reales por las cuales el gobierno toma las decisiones que toma. Quizá sea momento de que se involucren, en público, otras instancias del gobierno para ayudar a los mexicanos a saber en dónde estamos parados año y medio después. Como el Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia (Censia), cuya titular renunció en enero, o el Consejo Nacional de Vacunación, o el Consejo de Salubridad General, que tiene el mandato de actuar en caso de epidemia.
No podemos mandar en agosto a la escuela a adolescentes sin vacuna. Por la salud de ellos y la de sus familias. Ojalá el gobierno acepte esa realidad y no se amache en que abrirán los planteles a pesar de la enfermedad que pueda acecharles.