Sigue ganar, ganar y ganar: Peña Nieto

Durante más de 90 minutos sufrió cada embate sobre territorio mexicano como si estuviera en el campo de batalla, pero confió en los suyos, en los que representan al país ante los ojos del mundo… al final levantó los brazos. México ganó.

Ayer, el presidente Enrique Peña Nieto vistió elegante. Traje oscuro, camisa blanca y corbata verde. Viajó temprano a Zacatecas para conmemorar la victoria del Ejército constitucionalista hace 100 años.

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Ahí lanzó el primer grito de apoyo para la Selección Mexicana. Y en nombre de todos, deseó la “mayor solidaridad”, esperanza y éxito al equipo nacional. Faltaban tres horas para el arranque del partido contra Croacia.

“Es importante que se me permita como Presidente de la República expresar en nombre de todos los mexicanos nuestra mayor solidaridad, nuestra mayor esperanza y deseos de éxito a nuestra Selección Nacional en el encuentro que tendrán”.

Al inaugurar el Gasoducto Centenario, dijo que desde Zacatecas quería desear “mucho éxito” a la Selección Nacional. Durante el vuelo del Distrito Federal a Zacatecas platicó con sus colaboradores y concluyeron que no hay espacio en el país donde no se hable del fútbol.

“Esta fiebre de fútbol y el ánimo que ha despertado nuestra Selección Nacional al ser hoy un equipo invicto, pues deseamos que realmente tenga éxito en el juego que tendrá hoy y que será decisivo, como lo fue la Batalla de la Toma de Zacatecas para el triunfo de la Revolución, hoy será decisivo para que México clasifique a la siguiente etapa del torneo mundial de futbol”.

Pasaron las horas. Regresó a la ciudad de México en punto de las 14:30. El Presidente entró al hangar presidencial a las 14:45. Vio la ceremonia de los himnos. Cuando sonó el mexicano estuvo de pie.

En algún momento acercó un sillón para que sus invitados estuvieran más cómodos y se sentó a ver el futbol. A su lado, el secretario de la Defensa Nacional, el general Salvador Cienfuegos; detrás de él, otros secretarios. A un costado, los integrantes de su staff de Los Pinos.

El primer tiempo fue de presión. No perdía de vista una enorme pantalla en una esquina de la sala de espera. De repente la transmisión era sintonizada en una y otra televisora con espacio de 15 minutos.

Con el acoso croata el Presidente se llevaba las manos a la cabeza. Se sentaba al borde del sillón. Apretaba los puños, a veces las palmas de las manos sobre sus rodillas.

El secretario de Educación, Emilio Chuayffet, se disculpó con el mandatario y se fue. Inició el segundo tiempo. Gol de México. Brincó y gritó como lo hicieron los mexicanos: desde el fondo de alma. Guardó la compostura.

El Presidente se molestó como todos cuando se dejó de marcar el penal. En el segundo gol nuevamente gritó y aplaudió con orgullo. “Nos vamos a Brasil, nos vamos a Brasil”, gritaban los reporteros.

El árbitro silbó el final. El Presidente levantó los brazos con puños cerrados. México había ganado.

Feliz, advirtió que con su clasificación a octavos de final, ahora sólo le toca a la Selección Mexicana “ganar, ganar y ganar”, y aceptó que sufrió en el partido.

Más tarde, el Presidente habló por teléfono con Miguel El Piojo Herrera, técnico nacional, a quien felicitó, le pidió no presionarse y que le permita seguir llamándole, pues quiere acompañarlos hasta el séptimo partido: la final.