Columna Animal

Lo que somos

«A vida é o que fazemos dela. As viagens são os viajantes. O que vemos não é o que vemos, senão o que somos….” Fernando Pessoa (La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos).
Esta semana he podido darme cuenta de la sabiduría del gran poeta portugués, pues después de un viaje algo agotador desde Buenos Aires a Santa Fe en una van, con un tráiler tras otro en el sentido contrario transportando ganado vacuno hacia los mataderos bonaerenses, y después de una jornada recorriendo empresas relacionadas con los tratamientos de desechos que se obtienen en la industria de la carne, he quedado más convencida de eso, que lo que vemos, es ante todo lo que somos.
Mi colega mexicano estaba feliz de ver cómo, de una corriente desechada de un matadero y contaminada con sangre y otros desechos de la industria cárnica, después de un tratamiento se obtenía un efluente que, al menos a simple vista, se veía relativamente limpio. Él se maravillaba de la tecnología desarrollada por el ser humano y que permitía reducir en forma importante la contaminación, pero sin embargo, para mí el hecho de que una planta de tratamiento así fuera necesaria, no era precisamente un triunfo, sino una carga económica y ecológica que podría evitarse si tuviéramos conciencia de que lo mejor no es tener las mejores tecnologías para tratar, sino no contaminar. El consumo energético para destruir los contaminantes era brutal, la generación de residuos inevitable, y lo peor era que todos estos esfuerzos de remediación son financiados en su mayor parte por los gobiernos argentinos a los diferentes niveles. El agua en Argentina es muy barata, por lo tanto no hay un incentivo real para ahorrarla. Y en cambio los combustibles son caros, debido a una cierta escasez que ya data de años. Sin embargo, estos último no es impedimento para que se gaste dinero en remediar algo que se podría fácilmente prevenir, pues está más que demostrado que no hay necesidad alguna de consumir productos de origen animal.
Reducir debería anteceder al reciclar, pero en una sociedad entrenada para el consumo, eso parecería no ser posible. Al menos no es algo que se vea muy favorecido por un sistema económico que busca solo la generación de riqueza, sin poner la más mínima atención en los costos que pagan los seres humanos explotados y empobrecidos, y menos en los costos ambientales, o los que pagan los animales que son sometidos a condiciones brutales de crianza y a sufrir una muerte terrible, solo para satisfacer antojos de los seres humanos.
El viaje no es solo permanecer muchas horas en un transporte cualquiera para que nos lleve de una a otra parte del mundo. El viaje es la vida, nosotros definimos como hacemos el viaje. Hagamos de este viaje algo de lo cual podamos sentirnos orgullosos, con la certeza de haber actuado en forma responsable y consciente, con la certeza de haber hecho lo posible para dejar a las generaciones futuras un planeta aún habitable. Seamos veganos. GS