Columna Animal

Tolerancia

Prácticamente todo el planeta se ha desarrollado (para bien o para mal), bajo el modelo filosófico-religioso antropocentrista, y el hombre asume que puede utilizar a los demás seres vivos para su beneficio, que puede usar o dar muerte a otros seres para satisfacer necesidades que se ha demostrado son totalmente superfluas, como es el consumo de alimentos de origen animal.
Eso a pesar de que se ha demostrado una y otra vez la relación entre alimentación y enfermedades del sistema cardiovascular y el cáncer (hoy precisamente reporta el grupo norteamericano de Médicos por una Medicina Responsable el aumento en el riesgo de contraer cáncer de próstata entre aquellos que consumen alimentos de origen animal).
Pero no es solo el explotar otros seres, sino también se refleja nuestro antropocentrismo en el hecho de destruir el hábitat de otras especies, y condenar a muchas de ellas a la extinción, solo para tener nosotros donde vivir, o donde cosechar, o donde introducir ganado.
Especismo es un término relativamente nuevo, que se refiere al hecho de discriminar en función de la especie, de la misma manera que existe el racismo, o bien la discriminación por género.
Pero un tipo de discriminación por especie que veo muy acusado en este país, es el hecho de que los animales callejeros, perros y gatos, a pesar de ser solamente víctimas de la irresponsabilidad humana, son condenados al desprecio, al maltrato, a la tortura y muchas veces a la muerte terrible en los anacrónicos Centros Antirrábicos, o a manos de gente que con total impunidad les prende fuego, arroja agua o aceite caliente, piedras, los envenena, o bien los atropella intencionadamente. Pocos estados en este país castigan con cierta severidad el maltrato hacia los animales no humanos, y si bien tampoco funciona el sistema de justicia para los seres humanos, siempre son bienvenidas las noticias de casos en los que, muchas veces más que nada debido a la presión de la sociedad, sobre todo través de las redes sociales, los maltratadores de animales son castigados, incluso con cárcel.
Pero hay otro tipo de crueldad, que no es tan evidente.
Es muy normal que un animalito sin hogar llegue a una colonia, que se instale en el lugar ya sea porque alguien le dio algo de comida, o porque está cansado de vagar por las calles.
Pero no pasan ni dos días y ya están los vecinos llamando al Antirrábico para que recojan al animal lo más pronto posible, como si les afeara sus ya de por sí sucias y descuidadas calles.
Recuerdo mi impresión la primera vez que tuve la oportunidad de viajar a Chile, ya que afuera del elegante hotel a donde había ido a unas conferencias se encontraba un perrito acostado. Con el temor de que el portero lo corriera del lugar, cuán grande fue mi sorpresa al ver que al contrario, el callejerito, en vez de una patada o gritos, recibía una caricia.
En Chile el animal de la calle es aceptado, los hay incluso que viven enfrente del palacio presidencial de La Moneda. Ya quisiéramos tener el bienestar y la seguridad que se tiene allá.
Tolerancia, respeto, responsabilidad, eso y más les debemos a los animales no humanos en este país. Entonces nosotros también estaremos mejor, créame. GS