“¿Acepta usted a esta mujer para que sea su legítima esposa? ¿Promete usted amarla, honrarla, cuidarla, y apoyarla en salud y enfermedad?”. Éste parece un compromiso que cada vez va perdiendo más fuerza entre las parejas, al menos, en desmedro de las esposas, quienes, según un estudio, suelen adoptar el estado civil de divorciadas cuando contraen una grave enfermedad.
“Descubrimos que las mujeres son doblemente vulnerables a la disolución marital cuando enfrentan una enfermedad. (Si bien) son más propensas a ser viudas, cuando son ellas las enferman, tienen más probabilidades de divorciarse”, aseguró Amelia Karraker, una de las investigadoras del desalentador estudio.
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Karraker y Kenzie Latham, que presentaron esta información hace unas semanas para el Institute for Social Research (ISR), de la Universidad de Michigan, analizaron los datos recolectados por 20 años de más de dos mil 700 matrimonios, que comenzaron a ser recopilados cuando, al menos uno de los miembros de las distintas parejas, tenía más de 50 años, y la idea fue ver cómo la aparición de enfermedades graves, como cáncer, problemas cardiacos, pulmonares o accidentes cerebro vasculares, podían afectar la relación.
Y pese a que se constató que solían ser los esposos, más que las mujeres, los que desarrollaban este tipo de males, cuando eran ellas las que enfermaban, sus matrimonios solían terminar en divorcio, por lo que el género femenino parece verse obligado, según este estudio, a lidiar con el estrés no solo del mal que les afecta, sino que con el de una separación.
Si bien el estudio no entregó las razones de los divorcios de las mujeres, Karraker dio algunas hipótesis que podrían reflejar por qué sucede esto.
“Las normas de género y las expectativas sociales podrían hacer más difícil para un hombre el entregar cuidados a una esposa enferma”. A esto se suma, según Karraker, el hecho de que, en términos del “mercado matrimonial”, pareciera más fácil para ellos conseguir una nueva pareja después de un divorcio.
Por otro lado, la investigadora informó que en la mayoría de los casos estudiados, fueron las mujeres las que tomaron la iniciativa de separarse, y ante eso, se podría especular que cuando ellas enferman y consideran que sus maridos no las están cuidando bien, “prefieren que ellos se vayan y confiar en sus amigos o familiares para que se hagan cargo de ellas”.
La excusa para los eternos solteros: Vinculan matrimonio con depresión
Pero la ciencia no se queda solo en eso cuando se trata de cuestionar el hecho de llegar al altar. Alejado de lo que muchos estudios han afirmado, asegurando que el matrimonio sería más beneficioso para la salud de una persona, y que incluso ayudaría a alargar los años de vida, una nueva investigación ha llegado para contradecir esos resultados, tomando en cuenta lo que muchas parejas ya saben: una mala relación, lejos de beneficiar, empeora la calidad de vida de alguien e incluso podría estar relacionado a una depresión.
Este nuevo estudio, publicado en abril en el Journal of Psychophysiology, fue dirigido por investigadores de la University of Wisconsin-Madison, que evaluaron por 11 años el comportamiento de 116 parejas -casadas y/o que vivían juntas- y pudieron comprobar que aquellas que presentaron estrés a largo plazo por sus relaciones, eran más vulnerables a tener comportamientos depresivos.
Esta conclusión se logró, luego de que los participantes respondieran cuestionarios para calificar los grados de tensión marital que tenían, respondiendo preguntas acerca de las veces en que se sentían defraudados por su pareja y en que la relación se transformaba en una fuente de estrés en sus vidas, a la vez que los investigadores observaron la existencia de síntomas depresivos.
Nueve años después, las parejas se sometieron a la misma dinámica, hasta que dos años más tarde, realizaron una “prueba de respuesta emocional”, en la que se les mostró 90 imágenes, positivas, neutras y negativas, de manera que se pudiera observar cuán rápido se recuperaban de las malas y si eran capaces de responder bien a las buenas -una forma científica de ver si de igual forma, las personas podían apreciar los aspectos beneficiosos de sus matrimonios-.
De esta última prueba, los científicos descubrieron que los que habían señalado tener más estrés por malos ratos en sus relaciones, habían tenido más problemas reaccionando de buena manera a los estímulos (imágenes) positivas, lo que se consideraría un indicador de depresión.
Según el medio inglés The Telegraph, entre los factores que tensionaron las relaciones de las parejas evaluadas, estuvieron las críticas y el atosigamiento por parte de los cónyuges. Por otro lado, los investigadores dieron como opción para contrarrestar los efectos negativos de estas conductas, practicar la meditación.