Crisis energética en Cuba, pagones de hasta 20 horas diarias encienden el descontento social

La combinación de obsolescencia tecnológica, escasez de combustible y falta de inversión agudiza la situación crítica de la red eléctrica cubana.

Cuba enfrenta uno de los peores escenarios energéticos de su historia reciente. Este lunes 12 de mayo, la estatal Unión Eléctrica (UNE) confirmó que los apagones afectarán simultáneamente hasta el 45% del país durante el horario de mayor demanda. En algunas regiones, los cortes alcanzan hasta 20 horas diarias, una cifra que refleja la grave crisis estructural del sistema eléctrico cubano, arrastrada desde hace décadas y agravada desde agosto de 2024.

La situación es insostenible: cinco de las 20 unidades termoeléctricas del país están inoperativas por averías o mantenimiento, mientras que 72 centrales de generación distribuida se encuentran fuera de servicio por la falta de combustible, en gran parte por la escasez de divisas para importar diésel y fueloil. A esto se suma una infraestructura termoeléctrica obsoleta y sometida a décadas de explotación sin renovación significativa.

En el horario pico, la UNE estima una capacidad máxima de generación de 1,910 megavatios, frente a una demanda de 3,350 MW, lo que deja un déficit real de 1,440 MW, una brecha que se traduce directamente en apagones prolongados y desordenados.

La crisis ha tenido un impacto directo en la economía, que se contrajo un 1.9% en 2023 y no mostró crecimiento en 2024. El gobierno proyecta un modesto avance del 1% para 2025, aunque las cifras no alcanzan los niveles prepandemia de 2019.

Los apagones no son solo un problema técnico, sino un catalizador de protestas sociales. En los últimos años han sido el detonante de manifestaciones masivas, como las de julio de 2021, agosto de 2022 y marzo de 2024, que evidencian un creciente malestar social frente a la gestión estatal de los recursos básicos.

Mientras el Gobierno cubano atribuye parte del colapso a las sanciones estadounidenses, especialistas independientes apuntan a un modelo centralizado, sin inversión privada ni apertura a mecanismos eficientes de financiación. Estimaciones externas calculan que se necesitarían entre 8 mil y 10 mil millones de dólares para rehabilitar la red energética, una cifra fuera del alcance inmediato del Estado cubano.

La combinación de escasez, deterioro estructural y descontento ciudadano proyecta un panorama sombrío. Cuba no solo enfrenta cortes eléctricos, sino un apagón prolongado de soluciones concretas.

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