Cosas de la Ciudad; Se muere el parque de Morales y nadie responde

Por: El Diablo Cojuelo

MORALES– El Parque de Morales, uno de los pulmones verdes más importantes de la capital potosina, agoniza lentamente mientras autoridades municipales se escudan en cifras para justificar la inacción. De los 7 mil 425 árboles censados, 427 están completamente secos, es decir, el 5.75%. Aunque se minimiza el riesgo señalando que solo tres podrían caer, el deterioro es evidente y alarmante. Lo más preocupante es que la desinformación se convierte en política: se niegan talas, pero también se evita reforestar o establecer un plan real de rescate ecológico. Este parque, corazón de convivencia ciudadana y símbolo histórico, se ha convertido en una metáfora del desinterés institucional. No se trata de un color partidista ni de quién gobierna, sino de sumar esfuerzos reales para salvar los espacios comunes. La vegetación muere, el suelo se reseca y los ciudadanos se resignan a perder otro espacio que debería ser orgullo, no ruina.

INCENDIOS– El más reciente incendio en Periférico Norte, a la entrada de la colonia Morales, dejó al descubierto una situación de alto riesgo que ni el gobierno municipal ni el estatal han sabido prever o controlar. El fuego consumió pastizales y vegetación endémica, amenazó viviendas, vías del tren y la planta industrial de IMMSA, además de una gasera ubicada en Papagayos. Vecinos y trabajadores improvisaron esfuerzos de contención ante la falta de protocolos inmediatos. Las intensas ráfagas de viento agravaron el escenario. ¿Dónde están los programas de prevención y educación ambiental? ¿Quién revisa los protocolos de emergencia en zonas industriales? La ausencia de medidas estructurales convierte cualquier chispa en una bomba de tiempo. El riesgo es creciente y las soluciones son mínimas. Las llamas no solo destruyen ecosistemas, también exponen la negligencia con la que se gobierna un territorio que cada vez se ve más amenazado por la irresponsabilidad.

ALERTA– La capital potosina fue identificada por la Secretaría de Gobernación como uno de los 50 municipios con “alta incidencia de reclutamiento forzado de menores” por parte del crimen organizado. La cifra nacional estimada va de 34 mil a 45 mil víctimas, pero San Luis Potosí ya es parte de esa estadística alarmante. El diputado Alejandro Alonso Reyes presentó una iniciativa en San Lázaro para tipificar este delito en el Código Penal Federal. Mientras tanto, las infancias potosinas siguen expuestas sin redes de protección ni acciones preventivas reales. El reclutamiento de menores no empieza con armas: empieza con el abandono, con la falta de oportunidades, con el silencio de las instituciones. La niñez no puede esperar a que se aprueben reformas: necesita escuelas seguras, entornos comunitarios sólidos y alternativas a la violencia. La indiferencia oficial está permitiendo que el crimen ocupe los vacíos que deberían llenar el Estado y la sociedad civil.

PRESA-Mientras el alcalde Enrique Galindo promociona el programa “Capital al Cien” en giras mediáticas, la realidad local muestra un abandono doloroso. La Presa de San José, antiguo paseo dominical de miles de familias, hoy es un sitio olvidado, lleno de basura, sin mantenimiento y con riesgos estructurales. Los últimos comerciantes que vendían las icónicas gorditas fueron desalojados y la cortina de la presa fue cerrada sin ofrecer alternativas. Este sitio, que fue símbolo de esparcimiento y tradición, ahora es evitado incluso por los vecinos. La falta de limpieza, vigilancia y proyectos de rehabilitación deja en claro que la ciudad real está muy lejos de los discursos de campaña. La presa no es solo un punto turístico perdido, es una herida abierta que evidencia el deterioro del tejido social y urbano. ¿Dónde están los recursos del municipio? ¿A qué se destinan si no es al rescate de lo que nos pertenece?

COLONIAS– Los patrullajes de seguridad siguen revelando una constante; el consumo y posesión de drogas en plena vía pública, sin que existan acciones integrales para revertir la situación. En colonias como Villa Magna, Rural Atlas, Haciendas de Jacarandas y Jaime Torres Bodet, se han detenido personas con marihuana y cristal, muchas veces sorprendidas fumando en plena calle. El problema va más allá del narcomenudeo: se trata de entornos sin oportunidades, sin presencia institucional efectiva y donde la descomposición social avanza más rápido que las soluciones. Las detenciones, aunque necesarias, son solo paliativos en un contexto donde no hay prevención, ni cultura, ni deporte, ni salud mental. ¿Hasta cuándo seguirán estas zonas sin programas que vayan al fondo del problema? La guerra contra las drogas en San Luis se libra a medias, con recursos limitados y sin voluntad política para generar un verdadero cambio en las colonias más vulnerables.

CRISIS– La falta de agua sigue siendo una de las principales quejas de los potosinos, mientras el presidente municipal Enrique Galindo permanece ausente, ocupado en promocionar programas cuya efectividad nadie puede comprobar. La ciudad está sedienta, literal y simbólicamente. Hogares, negocios y escuelas enfrentan días sin agua potable, con pipas insuficientes y precios abusivos. El Sistema Interapas se ha vuelto símbolo de ineficiencia y el Ayuntamiento parece más enfocado en cuidar su imagen que en atender la emergencia. Las autoridades no han presentado un plan hídrico integral ni transparencia en la distribución del recurso. En lugar de soluciones reales, ofrecen eventos y redes sociales con sonrisas editadas. ¿Dónde está el plan emergente para San Luis Potosí? ¿Cuándo dejarán de ignorar las necesidades básicas de quienes pagan impuestos y exigen un servicio elemental como el acceso al agua? La sequía es natural, pero el desinterés institucional es humano y perfectamente evitable.

PREVENCIÓN –  San Luis Potosí sigue sufriendo incendios forestales, sin campañas efectivas de prevención ni protocolos comunitarios. En lugar de coordinar estrategias, se deja todo en manos de ciudadanos voluntarios o bomberos que no cuentan con el equipo suficiente. La CONAFOR y el 911 reciben reportes, pero muchas veces llegan tarde, cuando ya se perdieron hectáreas de flora nativa. Las autoridades insisten en pedir que no se arrojen colillas de cigarro ni se hagan fogatas, pero eso no es suficiente. Hace falta educación ambiental, patrullajes preventivos y vigilancia en zonas de riesgo. Los incendios forestales no solo arrasan con árboles, también arruinan hábitats y empeoran la calidad del aire. La crisis climática exige un cambio radical en la forma en que gestionamos el territorio. Cada incendio que se deja avanzar sin respuesta es una señal de que el gobierno local no está entendiendo la magnitud de lo que enfrentamos.

SOLIDARIDAD –  Independientemente de los colores, la responsabilidad de mejorar San Luis Potosí debe ser compartida. Ciudadanos, colectivos, empresas, universidades y organizaciones sociales deben participar en la construcción de soluciones reales. No basta con criticar; hay que actuar. La ciudad no puede depender solo del presupuesto público ni de promesas de campaña. Cada parque rehabilitado, cada árbol reforestado, cada joven rescatado del crimen, cada fuga de agua reparada o cada incendio contenido es una victoria comunitaria. Necesitamos gobernantes que escuchen y ciudadanos que participen. La ciudad se cae a pedazos no por un solo error, sino por la suma de indiferencias. Aún estamos a tiempo de rescatar nuestros espacios, nuestros valores y nuestro sentido de pertenencia. El futuro de San Luis no está en los discursos, sino en la voluntad colectiva. Y esa voluntad debe despertarse ahora, antes de que sea demasiado tarde.

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