Cuando el Real Madrid parecía resignado a una noche más de frustración, entre bostezos y suspiros en el Bernabéu, Fede Valverde apareció como héroe de última hora. Un derechazo imparable del uruguayo en el tiempo añadido (1-0) bastó para vencer a un Athletic Club alternativo y seguir soñando, aunque a distancia, con arrebatarle el título al Barcelona.
El guion parecía repetir la película reciente: un primer tiempo gris, con un Madrid atascado, sin ideas claras, y con solo los destellos de Vinicius Jr. como intento de rebelión. La afición, sin embargo, no recriminó. Apoyó. Y eso, en el Bernabéu tras una eliminación europea, ya es noticia.
Sin Mbappé y con varios ajustes tácticos —una especie de regreso a los viejos principios de Ancelotti—, el conjunto blanco solo funcionó tras el descanso. Rodrygo, Camavinga y Bellingham comenzaron a inquietar a un Unai Simón soberbio bajo palos. Incluso Endrick y Modric entraron en la ecuación para reforzar el asedio, que parecía infructuoso.
El Athletic, con muchas rotaciones pensando en Europa, resistió hasta donde pudo. Y cuando ya se saboreaba el empate, llegó Valverde: un remate seco, limpio, quirúrgico, directo al ángulo. Un gol de los que valen más que tres puntos: valen oxígeno, moral y fe.
