(Cordellat A. El País, España)
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Los horarios laborales y de ocio fomentan una alteración mantenida en el tiempo de los ciclos biológicos, lo que se puede traducir en alteración de los ritmos de sueño.
El exceso de luz por la noche, los turnos de trabajo, el sedentarismo, el uso de pantallas electrónicas antes de dormir y los horarios de trabajo y de ocio fomentan la alteración de los ritmos biológicos que incluye al sueño.
Los horarios de trabajo en turnos nocturnos tienen 66% mayor riesgo para lo descrito, la recuperación con siestas frecuentes o con dormir hasta tarde los fines de semana, puede ayudar. La forma en que diseñamos el trabajo puede plantear amenazas graves y a largo plazo para el sueño saludable, que implica más que dormir ocho horas; también implica conciliar el sueño fácilmente, dormir toda la noche y tener horario de sueño constante.
El trastorno del sueño por trabajo a turnos, se caracteriza por la presencia de insomnio y somnolencia excesiva, lo que es consecuencia de la desincronización que se produce entre el horario laboral y el reloj circadiano interno.
Se recomienda mantener un horario de sueño lo más regular posible, incluso durante los días libres, y planificar siestas estratégicas antes o durante los turnos nocturnos. Las empresas deben facilitar acceso a salas de descanso y fomentar la posibilidad de pequeñas siestas durante los turnos largos, proporcionar educación sobre higiene del sueño y salud circadiana a sus trabajadores y, siempre que sea posible, establecer turnos que respeten los ritmos biológicos.
Por otro lado, según el estudio, el trabajo sedentario se vincula con aumento del 37% en los síntomas de insomnio, sobre todo si se realiza en espacios con escasa iluminación natural y nada que recuerde a la naturaleza; esto, puede romper el patrón para el que nuestro organismo está preparado, y, por tanto, repercutir de forma negativa en el descanso nocturno.
La actividad física contribuye a regular el sistema circadiano y favorece la acumulación de la presión de sueño a lo largo del día. El sedentarismo prolongado, por el contrario, puede reducir esta presión y, por tanto, dificultar la conciliación del sueño. Además, la falta de exposición a la luz natural, común en trabajos sedentarios de oficina, puede alterar la secreción de melatonina y la sensación de somnolencia nocturna.
“El sedentarismo nos enferma”, con frecuencia, tras una larga jornada en la que se ha pasado mucho tiempo sentado, predomina una sensación de cansancio: deseamos llegar a casa para echarnos en el sofá; este es un cansancio malo, enfermo, fruto de la falta de actividad. Es una sensación muy diferente del cansancio bueno que sentimos tras hacer deporte o haber estado activos paseando o de excursión, cuando además generamos endorfinas.
Se destaca la necesidad de aumentar la actividad física durante el día, de exponerse a la luz natural —especialmente por las mañanas—, de ir y volver del trabajo con la mayor actividad posible, y de hacer pausas activas durante la jornada laboral: levantarse y moverse durante al menos cinco minutos cada hora puede mitigar los efectos del sedentarismo.
La tensión o estrés laboral se relaciona a medio y largo plazo con un aumento notable de los trastornos del sueño. El trabajo de alta tensión puede asociarse a la presencia de sueño corto, insatisfactorio, ineficiente e irregular.
El estrés laboral genera hiper-activación de la mente, de forma que estamos toda la jornada laboral dándole vueltas a los problemas del trabajo. Estos pensamientos, más las emociones y sensaciones físicas desagradables que a veces los acompañan, pueden persistir e incluso amplificarse en la quietud de la noche.
Estrés laboral y sueño mantienen una relación bidireccional. El estrés en el trabajo, como demuestra la evidencia científica, puede causar deterioro del sueño; la falta de sueño reparador repercute negativamente en nuestro funcionamiento al día siguiente y puede interferir de forma negativa sobre los mecanismos psicológicos que permiten solventar tareas o problemas, lo que genera estrés en el trabajo, y de nuevo, un sueño no reparador. En última instancia, esto puede tener implicaciones nefastas para la salud cardiovascular, ya que la combinación de estrés laboral y falta de sueño aumenta el riesgo de mortalidad coronaria y cardiovascular, más en trabajadores con hipertensión.
El cuidar el sueño beneficia a todos, tanto a empresarios como a empleados…..el sueño adecuado es sinónimo de salud.
Congelamiento de apoyo federal a los Institutos Nacionales de Salud
(Kozlov M et al. Nature 2025; doi.org/10.1038/d41586-025-00436-1)
La política gubernamental en los EEUUA ha bloqueado los lazos de miles de millones de dólares para fondos anuales a las instituciones de Salud, que incluye a las universidades y hospitales.
Los Institutos Nacionales de Salud (NIH) reportaron que hay 15 % más de gasto programado en apoyos existentes y nuevos; el año pasado los NIH recibieron 26 mil millones de dólares para equipamiento, reactivos y sueldos, con 9 mil millones adicionales en sobregastos que incluyen administrativos y costos indirectos. El gobierno de Trump trata de congelar los apoyos federales lo que ha conllevado a confusión y caos….habrá que esperar para lo definitivo…..
Obesidad
(Rubino F et al. Lancet Diabetes Endocrinol 2025; doi.org/10.1016/S2213-8587(24)00316-4)
La obesidad se caracteriza por exceso de adiposidad, sus causas son multifactoriales e incluyen factores genéticos, medio-ambientales, psicológicos, nutricionales y metabólicos. La obesidad puede causar otras enfermedades no infecciosas o no transmisibles como diabetes, enfermedades cardiovasculares, mentales, autoinmunes (artritis reumatoide) apnea obstructiva del sueño, esteato-hepatitis y cánceres.
En el abordaje habría que hacer consideraciones para evaluar si la obesidad es secundaria (como a problemas endocrinológicos primarios, que incluye al hipotiroidismo y al síndrome de Cushing o hipercortisolismo).
La obesidad extrema puede conllevar a mayor riesgo de disfunción orgánica y enfermedades que limitan la calidad y la esperanza de vida.
Adicionalmente, los niños y adolescentes obesos representan en problema de Salud, social y económico; la prevalencia de sobrepeso entre los 5 a 19 años se ha incrementado y actualmente es mayor al 20%, con alrededor de 130 millones a nivel mundial y se estima cerca de 40 millones de niños menores de 5 años con obesidad.