(Palacios S et al. Gynecological Endocrinology 2024; 40: 1, 2312885)
La obesidad tiene múltiples factores asociados para su desarrollo (biológicos, psicológicos, medio-ambientales, sociales y genéticos); problema o enfermedad crónica, progresiva y recurrente. La Organización Mundial de la Salud define sobrepeso u obesidad al cúmulo excesivo de grasa que impone riesgos para la Salud, calidad y esperanza de vida.
El exceso de grasa aumenta la adipocitocinas, mediadores inflamatorios y subsecuentemente problemas cardio-metabólicos y cáncer.
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En diversos estudios se obtuvieron evidencias que la menopausia no se asocia a ganancia de peso ni obesidad, aunque 11 estudios prospectivos mostraron que la menopausia se relaciona con aumento de índice de masa corporal, incremento de tejido adiposo y disminución de masa muscular. Las manifestaciones de la menopausia incluyen “bochornos”, insomnio, dolores osteomusculares y síntomas urinarios, que conducen a menor calidad de vida. En el estudio de Salud de Enfermeras con 78,759 mujeres pre-menopáusicas seguidas desde 1989 a 2011, el incremento de peso varió de 20 a 30%.
Las mujeres con obesidad tienen mayor riesgo de trombo-embolismo con el empleo de terapia hormonal para manejo de la menopausia, hecho que no parece relacionarse a la terapia transdérmica.
Esqueletos prehispánicos con lesiones sifilíticas
(López AI. El País España 2024, 19 dic)
Se realizó análisis de ADN antiguo de la bacteria que provoca la sífilis en cinco restos óseos, entre ellos dos niños que habitaron el Valle de México entre los años 1300 y 1600.
El origen de la sífilis, una infección bacteriana que se transmite principalmente por contacto sexual, divide a los científicos desde hace décadas. La versión más extendida afirma que la enfermedad estaba presente en América desde tiempos prehispánicos y llegó a Europa importada por Colón con el incipiente intercambio humano inaugurado por los viajes trasatlánticos a finales del siglo XV. Los críticos de esta hipótesis argumentan que para entonces, la afección aún sin identificar ya se transmitía en Europa. Un nuevo estudio del ADN antiguo de la bacteria causante de esta y otras enfermedades, Treponema pallidum, arroja evidencia que refuerza la primera teoría en sintonía con el contexto histórico: la sífilis ya causaba estragos en América antes de la llegada de Colón, sin embargo, su expansión mundial se debió al colonialismo europeo.
El estudio, a cargo de un equipo internacional liderado por Kirsten Bos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania), analizó cinco genomas de la bacteria Treponema pallidum hallados en cinco restos de esqueletos humanos que habitaron México, Perú, Chile y Argentina, cuatro de ellos datan antes de 1492, año cuando Colón llegó a América. Los análisis de huesos con lesiones de tipo sifilítico, propias de una infección avanzada, son claves en la búsqueda del origen de la enfermedad, hasta ahora un misterio. Las muestras estudiadas arrojaron distintos tipos de ADN antiguo de treponemas, como se denomina al grupo de cuatro enfermedades provocadas por subespecies del mismo género de bacterias que causan la sífilis.
En el caso de las muestras de México, el estudio analizó los esqueletos de dos niños que habitaron el centro del país hace más de 500 años: el primero, un menor tepaneca de cuatro años de edad cuyos restos óseos datan de entre 1300 y 1397; y el segundo, niño probablemente mexica de dos años, que vivió entre 1444 y el 1616. El ADN patógeno fue obtenido a partir de múltiples lesiones sifilíticas en sus huesos. Ambos restos corresponden a hallazgos realizados por el INAH en el norte de Ciudad de México.
“Los datos apoyan claramente que la sífilis y sus parientes conocidas tienen raíces en las Américas, y su introducción a Europa a partir de finales del siglo XV es consistente con los datos”, explica la autora principal, Kirsten Bos, “Mientras los grupos indígenas americanos albergaron formas tempranas de estas enfermedades, los europeos contribuyeron de forma decisiva a su difusión por todo el mundo”. Tal y como ocurrió con la viruela o el sarampión, introducidos en los pueblos prehispánicos tras la llegada de los conquistadores a América, la historia natural de la sífilis sugiere una transmisión provocada tras el contacto de poblaciones separadas durante milenios. Este caso, sin embargo, marchó en sentido inverso, desde el continente americano a Europa, donde el primer brote documentado de sífilis tuvo lugar en 1495, fecha que coincide temporalmente con el regreso de Colón después de su primer viaje americano apenas dos años antes, en marzo de 1493. Las epidemias de sífilis con una alta tasa de mortalidad fueron una constante en Europa durante el siglo XVI.
Proteína en polvo y musculatura
(Callahan A. New York Times, dic 17, 2024)
No hay duda de que las proteínas son esenciales para desarrollar los músculos, fortalecer los huesos y mantener el sistema inmunitario, digestión y niveles hormonales.
La “gran mayoría” de las personas en Estados Unidos ya obtienen suficientes proteínas de los alimentos que comen y no necesitan tomarlas en forma de suplementos, dijo Colleen Tewksbury, profesora adjunta de ciencias de la nutrición de la Universidad de Pensilvania.
Las directrices federales recomiendan que los adultos a partir de 19 años consuman 0.36 gramos de proteína por kilo de peso corporal al día. Eso equivale a 54 gramos para un adulto de 150 libras (68 kilogramos), o 72 gramos para una persona de 200 libras o (90 kilogramos). Sin embargo, las investigaciones sugieren que a los adultos mayores les vendría bien añadir un 50 por ciento más de proteínas, y a las personas embarazadas, en período de lactancia o a quienes suelen realizar ejercicios de fuerza o resistencia, les convendría duplicar la cantidad recomendada o más.
Los alimentos que no han sido procesados —como el pollo, el pescado, las carnes magras, el yogur, el queso cottage, los huevos, los frutos secos, los frijoles y las lentejas— son las mejores fuentes de proteínas.
La mayoría de las proteínas en polvo contienen 20 gramos de proteínas por ración. Esto equivale aproximadamente a la cantidad que se encuentra en media taza de pechuga de pollo cortada en dados, dos tazas de arroz integral con frijoles, tres cuartos de taza de yogur griego sin grasa cubierto con una onza de nueces y tres cucharadas de mantequilla de cacahuete en dos rebanadas medianas de pan integral.
La proteína en polvo puede ser útil para ciertas personas, quienes necesitan obtener suficientes proteínas con cantidades más pequeñas de alimentos, como los enfermos de cáncer con apetito limitado o en cirugías gastrointestinales importantes, con consumo limitado de líquidos o pequeñas porciones de comida.
Las proteínas en polvo también son alimentos ultra-procesados y pueden invitar a problemas de salud asociados a azúcares añadidos, como jarabe de maíz de alta fructosa, o pueden estar edulcorados artificialmente con otros sustitutos del azúcar, como la estevia o el eritritol, que pudieran asociarse a problemas cardiovasculares, diabetes de tipo 2 y cambios en el microbioma. También pueden contener agentes emulsionantes, como la lecitina o la goma xantana, que algunas investigaciones sugieren que pueden aumentar la inflamación intestinal.