Conagua reporta un aumento marginal en los niveles de almacenamiento, alcanzando solo el 64% de capacidad en las principales presas, 12% por debajo del promedio histórico.
La Comisión Nacional del Agua (Conagua) informó que, a pocas semanas de concluir la temporada de lluvias 2024, el nivel de almacenamiento en las 210 principales presas de México se mantiene en niveles bajos. Según el último reporte, el promedio de llenado de estos embalses pasó de un 63 a un 64 por ciento, lo que representa un volumen de 80 mil 171 millones de metros cúbicos (Mm3), un 12% por debajo del promedio histórico para esta época del año.
De acuerdo con datos de Conagua, desde el 1 de enero al 3 de noviembre de 2024, se registraron 697.5 milímetros de precipitación acumulada, un nivel que se asemeja al promedio de los registros entre 1991 y 2020. Sin embargo, este nivel de lluvias no ha sido suficiente para compensar los déficits en las reservas de agua.
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El director de Conagua, en una rueda de prensa reciente, señaló que la falta de un aumento considerable en los niveles de las presas es motivo de preocupación. “Si bien las lluvias se han mantenido dentro de lo esperado en términos de acumulación, el impacto en los embalses no ha sido tan positivo como esperábamos, lo cual nos pone en alerta de cara a la próxima temporada seca”, subrayó.
El panorama es especialmente preocupante para regiones que han enfrentado periodos prolongados de sequía en los últimos años y que dependen de estas reservas de agua para el consumo humano, la agricultura y la generación de energía hidroeléctrica.
La temporada de lluvias de 2024 está programada para concluir oficialmente el próximo 30 de noviembre. Ante la perspectiva de escasez, las autoridades han enfatizado la importancia de seguir promoviendo el uso racional del agua y la implementación de medidas de conservación. Asimismo, expertos en recursos hídricos han instado a desarrollar estrategias de manejo más eficaces y sostenibles para garantizar el suministro en los próximos meses.
Con miras al futuro, se prevé que el gobierno federal y las entidades estatales colaboren para diseñar planes de contingencia que mitiguen los riesgos de desabasto, así como para incentivar nuevas tecnologías y proyectos de infraestructura que ayuden a maximizar el almacenamiento y el aprovechamiento del agua en el país.