Destrucción de los hábitats por la desforestación en las ciudades mexicanas afecta los ecosistemas

México es lugar reconocido por su amplia biodiversidad, lugares de contrastes en donde puedes tener cerros, montañas, bosques o selvas, así como desiertos, playas, lagunas y ríos con un afluyente que recorren vastas extensiones como el rio Lerma Santiago, o el Usumacinta con extensiones de más de los 1000 kilómetros por citar algunos de los 85 grandes ríos que posee México, que hacen regiones hidrológicas con gran relevancia para la vida en la tierra.

El crecimiento demográfico ha marcado la tendencia en los últimos años, muchos de los asentamientos urbanos existen en las riberas de los ríos, en los suelos fértiles y lugares de prospera vegetación. Para ser sinceros, están ubicados en los mejores lugares para el cultivo y crianza de animales domésticos.

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En su desarrollo a través del tiempo, los pobladores que han ido buscando crecer, talan árboles, generan basura y contaminan el entorno. Lejos han quedado las calles de tierra y grandes espacios con áreas verdes como jardines. En la actualidad solo edificios y poco espacio para vivir, es normal que exista hacinamiento (familias de cerca de 10 integrantes viviendo en menos de 100 m2). No existe una coexistencia con la Biodiversidad, el hombre ha tomado por asalto las grandes áreas rurales haciéndolas zonas urbanas, en donde el cemento y asfalto sustituyen a los pastizales, praderas y bosques. La flora y fauna ha tenido que ver como esas tierras fértiles ya no son disponibles para ellos. En donde la flora y fauna ahora solo puede llegar de forma selectiva, en una jardinera, en una azotea, en un balcón y bajo la condición de mascota, o en el peor de los casos dentro de una jaula.

En la urbanización diseñada dentro de ciudades en México, muchas veces (si no que la mayoría), no han sido trazadas, solo han seguido el crecimiento propio del aumento de la población que la habita. Después de la década de los 60´s la migración que tuvo lugar de lo rural a las ciudades, fue impresionante, ahora su población vive más del 70% en las ciudades.

Los servicios eléctricos en algunas zonas pelean con los árboles, que a menudo se tienen que podar y en casos más drásticos, eliminar (talándonos) únicamente para la comodidad humana; otro ejemplo es la introducción de especies arbóreas de otros lugares, solo por capricho de gobernantes en turno que buscan a su criterio la belleza o simplicidad, no se ajustan a dictámenes técnicos para que sea sostenible y sustentable. Muchas áreas que se destinan para la guarda y protección de la flora y fauna terminan con el tiempo en manos de constructoras que invaden y hacen zonas residenciales y complejos habitacionales, donde lo menos que quieren es respetar lo nativo, lo del lugar, introduciendo especies que no generan el sustento de nuestras especies y se pierde el ciclo alimenticio.

Ahora las especies nativas, extrañas en su propia casa, no entienden porque ya no ven copas de árboles donde postrarse para descansar, solo cables eléctricos, espectaculares, techos de bodegas o cornisas de edificios, y se tienen que mover solo por las noches provocando psicosis en los habitantes de las urbes, si se les ve como el caso de avistamientos de osos negros (Ursus americanus) en Monterrey, los cocodrilos de pantano (Crocodylus moreletti) en Tampico, y otros ejemplos similares, pero hemos dejado de ver esas una gran variedad de aves, algunas migratorias, por ejemplo: Pelicanos, patos, garzas, águilas, colibríes, cotorras. Etc.

La fauna no entiende que su hábitat ha sido invadido y no quieren coexistir con ellos, no entiende porque ahora tienen que recorrer más distancia y en donde pueden encontrar alimento, ahora resulta perjudicial para ellos por la contaminación. En ciudades como CDMX, por la mañana es normal, ver como las aves postran en el suelo, muertas por la contaminación y la mala calidad del aire, tiradas en las aceras lo que es un recordatorio para nosotros que debemos ser más sensibles con los que también habitan el planeta aparte de nosotros.

Inclusive han llegado a menospreciar los 40 años mínimo que un árbol tiene, y de pronto solo deciden quitarlo sin dimensionar el gran impacto que tendrá en nuestra vida. No dar la importancia del entorno, nos condenará, el no entender que tenemos la obligación de cuidar el medio ambiente. Hoy más que nunca, se ha marcado más el calentamiento global, además de tan necesario.

México, debe de seguir una política propia, generar su dinámica medioambiental que le haga tener equilibrio con su entorno, generar cultura en su población y hacer énfasis en la niñez, para que en un futuro próximo ellos sean los que nos apoyen a equilibrar nuestra vida con el planeta.

La juventud, es nuestra esperanza, pero no llegará si no asumimos un compromiso desde ahorita.