Cambio democrático de régimen político. no hay regreso al pasado

El martes primero de octubre, con la toma de protesta de la Doctora Claudia Sheinbaum Pardo como Presidenta de los Estados Unidos Mexicanos, arrancó formalmente el inicio de la etapa políticamente ya conocida como “El Segundo Piso de la Cuarta Transformación” y, a pesar de la contundencia del concepto que refiere por lógica la intencionalidad de continuar en la ruta iniciada con la llegada de la 4T al poder nacional en 2018, existe y persiste la idea en algunos actores políticos y económicos e incluso en algunos reductos de sectores sociales sobre la posibilidad que haya un regreso al pasado. Resulta natural que después de una contienda electoral en la que se debaten diferentes proyectos de nación desde plataformas ideológicas antagónicas los perdedores sigan defendiendo sus posturas y mantengan una actitud crítica y de oposición; como también es natural que los ganadores impulsen -desde la responsabilidad institucional que les toca- la propuesta de país que ofertaron en campaña y por la cual recibieron el respaldo mayoritario de la ciudadanía porque precisamente esa es una expresión nítida de la democracia. En ese sentido, tod@s los mexicanos debemos felicitarnos porque más allá de las imperfecciones de nuestro sistema electoral vivimos en una democracia efectiva que sigue generando mandatos populares que pueden ser medidos sobre el soporte de las promesas realizadas. Pero después de felicitarnos es importante situarnos en la realidad y que los perdedores entiendan que la “batalla electoral” ya paso y que fue otra propuesta diferente a la de ell@s la que triunfó, así como es importante también que los ganadores –ahora en funciones de gobierno-  asuman la responsabilidad de trabajar y operar las políticas públicas que den contenido y hagan viable ese “Segundo Piso de la 4T”. Así, lo que es evidente es que la responsabilidad y el mandato del gobierno de la Doctora Claudia Sheinbaum es el de seguir por la ruta de la transformación nacional iniciada hace seis años y que ésta implica un cambio de régimen político cuyo horizonte es muy diferente a lo ya vivido en otras etapas de la historia por lo que podemos afirmar no hay regreso al pasado.

Dicen los teóricos que la diferencia entre un cambio de régimen político y un cambio de gobierno es que el primero implica el cambio en las reglas del juego y también una reorientación en el funcionamiento de las instituciones. Miguel Armando López Leyva del Centro de Estudios Sociologicos de El Colegio de México asegura que se trata de modificaciones profundas del funcionamiento de la vida pública basadas en una concepción diferente y que “transformar un país pacíficamente –algo extraordinariamente inusual en la historia y de lo que las y los mexicanos debemos sentirnos orgullosos- solo puede ser, por el contrario, la obra de millones de valientes”. Argumenta que “derrotar a un régimen y cambiar radicalmente a un país a punta de votos en lugar de hacerlo con las armas es una tarea harto difícil … no hubo una insurrección; se ganaron unas elecciones en las que 30 millones de mexicanas y mexicanos dieron a López Obrador el mandato expreso no solo de ceñirse la banda presidencial sino de cambiar a uno de los regímenes más longevos, corruptos, represivos de la historia mundial reciente …. el gobierno quiere hacer lo que presume realizar”; y concluye que “lo interesante es que el depositario del poder, el pueblo, se convierte en el eje de la disputa por el sentido de la democracia, en contraposición a la captura de la idea democrática realizada por los gobernantes anteriores, donde el pueblo no tenía voz” (Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, ¿Cambio de régimen o de gobierno? Los retos democráticos tras la tercera alternancia. Ensayo, mayo 5 de 2024).

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De tal suerte que no resulta ocioso, es más es muy relevante recordar que el Informe del Instituto Nacional Electoral, dado a conocer el 9 de junio pasado, reportó que luego de los cómputos distritales de la elección presidencial, la votación total cuantificada es de 60 millones 115 mil 184 votos, lo que representa el 61.04 % de participación de la ciudadanía inscrita en la Lista Nominal de Electores” y que “los votos por candidatura fueron: Jorge Álvarez Máynez, del Partido Movimiento Ciudadano: 6 millones 204 mil 710 votos (10.3213 %); Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, de la coalición “Fuerza y Corazón por México”: 16 millones 502 mil 697 votos (27.4517 %); Claudia Sheinbaum Pardo, de la coalición “Sigamos Haciendo Historia”: 35 millones 924 mil 519 votos (59.7594 %). Y que por partido político, informó los siguientes registros: Partido Acción Nacional (PAN): 9 millones 644 mil 918 votos; Partido Revolucionario Institucional (PRI): 5 millones 736 mil 759 votos;Partido de la Revolución Democrática (PRD): 1 millón 121 mil 020 votos; Partido Verde Ecologista de México (PVEM): 4 millones 677 mil 057 votos; Partido del Trabajo (PT): 3 millones 882 mil 813 votos; Movimiento Ciudadano: 6 millones 204 mil 710 votos; Morena: 27 millones 364 mil 649 votos. En ese mismo reporte del INE, la Encargada de la Secretaría Ejecutiva subrayó que “estos resultados podrán seguir su cauce legal y procesal”. Luego entonces, con el respaldo contundente del pueblo de México otorgado a Claudia Sheinbaum Pardo para asumir la Presidencia de la República y con una mayoría califica en las Cámaras de Diputados y de Senadores del Congreso de la Unión, transitamos con firmeza hacia una nueva construcción institucional que, por cierto, incluye al Poder Judicial Mexicano. El Segundo Piso de la Cuarta Transformación, con “La Doctora” al mando, inicia el camino en la consolidación de un nuevo régimen político de carácter democrático. Repito, NO HAY RETORNO. NO HAY REGRESO AL PASADO.