En las postrimerías del primer sexenio de los gobiernos de la Cuarta Transformación y después de los acalorados y amplios debates recientes derivados de las iniciativas de reformas a diversas leyes y particularmente a las ya realizadas a la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos en torno al Poder Judicial, mismas acapararon la atención de la opinión pública y política nacionales -e incluso internacional-, es momento de voltear la mirada al inminente inicio del nuevo gobierno federal que encabezará Claudia Sheinbaum ya en diez días, el próximo 1 de octubre. Preguntarnos, cuáles son los retos que enfrentamos como nación y dentro de todos esos determinar cuál es el principal, es una tarea necesaria e indispensable; asimismo, es también necesario e indispensable determinar qué papel le toca al gobierno desempeñar para enfrentar con eficacia esos retos para no perder la perspectiva sobre el objetivo central y tratar de avanzar en la resolución de los problemas nacionales latentes. Sin duda, podremos identificar muchas carencias y necesidades en materias tan importantes como la seguridad, el medio ambiente, la infraestructura y la movilidad, etcétera, etcétera, pero coincidiremos tod@s que el mayor reto que tenemos es el de atender y revertir las condiciones de pobreza en la que viven millones de mexican@s.
¿Cómo es posible que siendo la 15ava economía del mundo tengamos a 60 millones de mexican@s en situación de pobreza? Parece una contradicción y lo es. La pobreza en México se expresa con la baja nutrición de la población, con la carencia de agua potable, falta de vivienda, mala educación, atención de la salud incompleta, seguridad social y mental deficiente, calidad mediocre y servicios básicos irregulares en la vivienda, ingresos y empleos insuficientes, así como una cohesión social anómala; pero más allá de las categorías del catálogo de la pobreza (moderada y extrema), lo trascendental es ubicarnos en nuestra realidad, saber dónde estamos parados y tomar las decisiones para que México como nación pueda superar sus problemas y pueda ponerse en la ruta de un desarrollo social justo y armónico en donde las y los mexicanos vivamos felices. Bueno pues, atacar las causas de la pobreza y enfrentarlas tiene que ver, nada más y nada menos, con la economía del país, ya que si no logramos afinar nuestras estrategias económicas que permitan crecimiento y empleo bien remunerado que haga sentido con un modelo de desarrollo acompañado de políticas sociales difícilmente podremos aspirar a revertir la pobreza y a construir una nueva base social que permita estabilidad y prosperidad al conjunto de nuestra sociedad. Todo ello requiere de una lectura clara y estratégica, y es por ello que resulta estimulante y promisorio que la primera Presidenta de México haya decidido invitar y nombrar al hoy Senador con licencia Marcelo Ebrard Casaubon para estar al frente de la Secretaria de Economía.
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Aunque se dice que las comparaciones son odiosas, revisar y comparar lo que en materia de economía y combate a la pobreza ha sucedido en China y lo que ha pasado en México puede resultar útil. En su libro “La pobreza en México y China, política de combate y resultados” de Juan González García (editado y publicado por Miguel Ángel Porrúa, por la Universidad de Colima y por la LXI Legislatura de la H. Cámara de Diputados) nos dice que “a diferencia de México, podemos observar el caso de China que ha tenido grandes avances y que ha reducido de manera sustantiva los niveles de pobreza de su población empleando como principal política de combate a la pobreza a la política económica para el desarrollo, la cual al generar el crecimiento económico alto y sostenido por más de tres décadas , ha hecho posible que dicho país avance en la reducción del fenómeno, debido principalmente a que, al generarse mayor producción, el empleo y el ingreso de la población se han visto mejorados significativamente, lo que ha permitido millones de personas salir por sí mismas de las garras del fenómeno e incrementar su nivel de bienestar y de consumo de bienes”; concluye González García que “se ha comprobado que China sí cumple con la hipótesis en el sentido de que si la política económica y la social se combinan de manera adecuada, es posible que la pobreza disminuya, ya que, presupone que la política económica para el desarrollo está logrando el cumplimento de sus objetivos y que la política social, con recursos públicos , políticas integrales, participación directa de los diversos niveles de gobierno, con uso transparente y no político de los recursos públicos, es posible que complemente a la económica para reducir la pobreza extrema” (págs. 203-206). Entonces, sin apasionamientos ideológicos, y más allá de los querientes y malquerientes del aún Presidente Andrés Manuel López Obrador, no es ocioso recordar que el modelo de desarrollo neoliberal impuesto a nuestro país en la década de los 80s y seguido por los gobiernos del PRI y del PAN demostró su ineficacia en el combate a la pobreza. Ahí están los datos y las estadísticas, pero peor aún, ahí está la gente que padece de alta o altísima pobreza. Es así como es preciso reconocer que fue el primer gobierno de la Cuarta Transformación y de Morena encabezado por AMLO el que implementó cambios que comenzaron a dar frutos sacando a 5.1 millones de personas de la pobreza reduciendo el porcentaje de 41.9% a 36.3%.
Ahora llega el segundo gobierno de la 4T con Claudia Sheinbaum al mando y con Marcelo Ebrard en la cartera de economía, quienes tienen el reto de mejorar la economía nacional para combatir la pobreza con mayor contundencia. El próximo Secretario de Economía tiene una visión muy clara de dónde estamos y de lo que hay que hacer; Marcelo nos dice que después de la pandemia del Covid 19 pasamos a la era de los bloques y, por ende, de la regionalización y que todo esto revaloriza a nuestro país y el concepto de Norteamérica y que es una oportunidad porque, a pesar de riesgos e incertidumbres, puede convertirnos en una nueva frontera de la manufactura para el aún mercado más grande del mundo; Estados Unidos. Remata Marcelo aseverando que podríamos tener el mejor de los mundos: un Estado dedicado a garantizar el bienestar social, la seguridad general y la infraestructura y energía, y al mismo tiempo un mercado en expansión de inversiones y desarrollos. Y como consecuencia una caída sistemática de la pobreza (Libro “El Camino de México”, págs. 311 y 312). Coincidiremos tod@s l@s mexican@s con Marcelo Ebrard en que necesitamos dar lugar a una etapa constructiva, a la década que habremos de ganar para México.