En el avión del T-MEC vamos tod@s

El avión es el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), los pasajeros somos tod@s l@s mexican@s, la piloto es Claudia Sheinbaum Pardo y el copiloto es Marcelo Ebrard Casaubon. La “hoja de ruta” y el “plan de vuelo” han sido ya diseñados por la Presidenta Electa y por el Secretario de Economía designado por la Doctora y por sus equipos de trabajo. El T-MEC ha entrado ya en una etapa previa de revisión rumbo al 2026 en donde tanto la verificación de sus componentes como el cronograma de acción, así como la evaluación de resultados hasta el momento y sus proyecciones de desarrollo están a la vista y claramente expuestas; es decir que en la “hoja de ruta” del T-MEC los ritmos de la revisión son precisos y los objetivos están identificados con nitidez. En palabras llanas diremos que la pista de despegue está debidamente pavimentada y que lo que se está ya operando es el “plan de vuelo”, mismo que -en lenguaje de pilotos de aviación- es aquel en el que se indican todos los datos y toda la información técnica y en el que se hace constar el lugar de salida, el destino, la altitud, la velocidad del crucero, y todos los puntos por donde pasará la aeronave. En síntesis, se trata de un ejercicio de planeación perfectamente trazado para garantizar que el avión levante, tome vuelo, siga la dirección determinada, haga frente a las turbulencias y aterrice con seguridad en el lugar deseado, llevando a los pasajeros con seguridad a su destino.

Sin duda, no hay nada más importante para el desarrollo México que la relación comercial y de negocios con América del Norte. Para dimensionar sus alcances hay que señalar que el T-MEC impacta la vida de 492 millones de personas en los tres países involucrados, lo que equivale al 6.5% de la población mundial, y que genera 25,900 Billones de dólares que equivale al 18.3% del Producto Interno Bruto mundial. En este sentido, es fundamental recordar que en su estrategia el T-MEC busca una mayor integración económica entre los países con el objetivo de incrementar el bienestar de la sociedad a través de modernizar y fortalecer el comercio de bienes de consumo disponibles entre los miembros del acuerdo. Por lo tanto, entender los temas, por ejemplo, de las reglas de origen más estrictas (Capitulo IV) que pretenden fomentar una mayor integración en la cadena de suministro regional y garantizar que los productos califiquen para los beneficios comerciales del acuerdo; o los asuntos laborales cuyo enfoque va dirigido a garantizar condiciones justas y la eliminación de trabajo forzado, elevando los estándares laborales de la región, es esencial para insertarnos con eficacia en lo que sigue de su revisión. También estar claros en que con el T-MEC las empresas de los tres países tienen acceso preferencial a los mercados de los demás y que los aranceles se han reducido o han sido eliminados en algunos sectores; es decir, que la revisión del T-MEC es para ver cómo se puede mejorar para que siga dando frutos de crecimiento económico y bienestar a las tres naciones es central para no perder el horizonte anhelado.

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A diferencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) de 1994 que tuvo como finalidad incrementar el comercio y la inversión, el objetivo estratégico del T-MEC es fortalecer la integración económica manteniendo y promoviendo una mayor inversión extranjera productiva y socialmente redituable. Además, el Tratado pretende promover el comercio digital y mejorar la protección de la información de los consumidores; implementar protocolos de conversación y colaboración entre los países para fomentar la participación de las pequeñas y medianas empresas en las actividades comerciales de la región; establecer políticas claras para combatir la corrupción; prevenir disputas y distorsiones en los flujos de comercio e inversión; adaptarse a las nuevas realidades y atender los temas de telecomunicaciones que han evolucionado muchísimo en estos 30 años; así como fortalecer los derechos de los trabajadores que también tienen que evolucionar y ser garantizados.

Para ilustrar algunos de los cambios relevantes entre el TLCAN y el T-MEC recordemos, por ejemplo, lo que ha sucedido en la industria automotriz. En términos de aranceles, el TLCAN exigía que el 62.5% de un vehículo fuese fabricado en uno de los tres países para estar libre de la tarifa dentro de América del Norte, mientras que en el T-MEC se estableció que debe ser un 75%; además el 40% del coche debe estar fabricado por trabajadores que ganen más de 16 dólares la hora y el 79% del acero y aluminio usado en la fabricación deben provenir de Norteamérica. Asimismo, recordar que con las negociaciones del T-MEC, México acordó una reforma a las leyes laborales para incluir la democracia sindical y nuevos tribunales laborales, además del aumento al salario mínimo y la entrega de una copia del contrato colectivo a los trabajadores para que puedan unirse a un sindicato. Estás y muchas otras áreas que atraviesan todos los sectores de la economía son materia del T-MEC que está en revisión.

Las condiciones actuales que presenta la relocalización de empresas para lograr una mayor integración económica de la región norte de América; la estabilidad política y social prevaleciente en México; y el inicio de un nuevo gobierno federal con legitimidad democrática y amplio respaldo popular permiten pronosticar un buen despegue y un feliz aterrizaje. En el avión del T-MEC vamos tod@s los mexican@s, por lo tanto es menester apoyar a la piloto, Claudia Sheinbaum, y al copiloto, Marcelo Ebrard. En unidad encontraremos un futuro mejor, con menos pobreza y con mayor equidad y justicia para tod@s.