La estridencia discursiva del candidato republicano Donald Trump sobre las muertes por sobredosis de drogas impide centralizar el debate sobre el tema fundamental del narcotráfico en Estados Unidos: la droga dentro de EU es falla de seguridad por descontrol de las fronteras estratégicas o decisión política para mantener tranquilos a los millones de adictos.
Con demócratas y republicanos, Estados Unidos he encontrado el camino fácil de culpar a México de las muertes por sobredosis de drogas, especialmente el fentanilo, como si el gobierno mexicano tuviera la política de Estado de exportar de manera directa la droga a Estados Unidos para minar las bases sociales de su vecino.
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Sin embargo, aquí se ha recordado el caso del periodista Gary Webb que reveló en 1986 en el diario San José Mercury News una estrategia de la CIA para distribuir droga gratuita en las comunidades afroamericanas como mecanismo de control social. La revelación le valió al periodista un premio Pulitzer, pero todo el aparato de inteligencia y seguridad nacional se dedicó a minar la credibilidad del periodista y le retiraron el reconocimiento. No obstante, los datos y pruebas siguen en las redes sociales para probar cómo el consumo de drogas dentro de EU es un mecanismo de desmovilización.
Datos oficiales hablan de aproximadamente 100,000 personas fallecidas por sobredosis de fentanilo. La droga, en efecto, llega procedente de México y tiene ciertas derivaciones de China, pero el aspecto más importante radica en entender que la droga logra horadar los mecanismos de seguridad nacional fronterizos de EU para introducirse a territorio americano y distribuirse por carreteras y ferrocarriles a los 50 estados de la Unión americana. Y por si fuera poco, la droga se vende al menudeo con pocas restricciones en las calles de las ciudades americanas.
En lugar de criminalizar el tráfico de drogas y de alguna manera también sancionar a los consumidores, las autoridades estadounidenses sólo se concretan a respetar los derechos individuales de los drogadictos y como apoyos del Estado les proporcionan agujas nuevas para editar infección. No se necesita una gran investigación policiaca para detectar las zonas territoriales en las ciudades americanas americana donde el tráfico de drogas para el consumo es prácticamente libre. Y en algunas ciudades existen calles en donde deambulan los consumidores de fentanilo como personajes de película de zombies, muchos de ellos con las agujas colgadas en los brazos.
Los reportes de la DEA de 2005 a la fecha han ido revelando cómo se fue expandiendo la presencia de cárteles mexicanos que introducían la droga a Estados Unidos y que la distribuían para venderla en las calles. Las autoridades americanas tienen detectados a nueve cárteles mexicanos operando con impunidad dentro de Estados Unidos y son señalados como los responsables de importar las drogas para distribuirla al interior de la Unión Americana.
Mientras exista libertad individual para consumir cualquier tipo de droga, el tráfico de productos médicos ilegales seguirá en auge porque –y no debe dejar de insistirse– la demanda es la que fija las condiciones y circunstancias de la oferta; si no existieran drogadictos en Estados Unidos o el consumo de drogas estuviera criminalizado, el consumo de drogas sería menor al existente. Por volumen en decenas de millones de adictos, el mercado del consumo de drogas en Estados Unidos es el primer factor de promoción de la producción y tráfico de estupefacientes de todo tipo.
Las dos principales estrategias para culpar a los cárteles externos del consumo de drogas de los adictos americanos han sido fijadas por el presidente demócrata Barack Obama y el republicano Donald Trump en su primera presidencia; Obama inventó el modelo de organizaciones criminales transnacionales para justificar extraterritorialidad jurídica en otras naciones, sin necesidad de declarar guerras o de pedir permisos, pero realizando operaciones de seguridad fuera de Estados Unidos. Y el presidente Trump quieren invadir México para destruir a los cárteles o, cuando menos, lanzar misiles sobre casas de narco en territorio mexicano.
Pero mientras no se combata el consumo de drogas como un delito que promueve muchos otros delitos, las adicciones dentro de Estados Unidos seguirán siendo el principal aliciente para la producción y contrabando de drogas hacia el mercado de consumo de estupefacientes más grande del mundo. Y mientras Estados Unidos no asuma esta decisión, culpar a los demás será elusión del problema.
Política para dummies: la política está para resolver, no para justificar.
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