Aunque todos los estudios sobre el viejo sistema/régimen/Estado/Constitución del PRI coincidieron en señalar a la presidencia de la República como la institución clave de la arquitectura del poder político, sin embargo, la verdadera pieza que hacía funcionar la estructura de Estado-gobierno era el partido más allá de la figura sexenal.
A lo largo de su primer gran ciclo de dominación 1929-1988, el PRI se convirtió en el aparato de gestión del poder entre los diferentes grupos dominantes; la primera gran ruptura 1996-2000 condujo a la derrota presidencial; la reorganización del enclave dominante 2005-2011 le otorgó al gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto la administración del partido para regresar a la presidencia en 2012.
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Las lecciones políticas del PRI se convierten en claves para entender la desaparición del PRD, el nuevo sacudimiento de grupos en el PAN y el asalto al tricolor por parte del grupo político de Alejandro Moreno Cárdenas Alito, pero también constituyen mensajes en clave para comprender lo que está ocurriendo en la política subyacente del lopezobradorismo justo en los puntos de quiebre del primer cambio sexenal de esa nueva organización partidista que nació en 2011 y se institucionalizó en 2014 y quiere ir más allá de 2030.
La primera enseñanza que está dejando el reacomodo de las élites lopezobradoristas en el salto de un sexenio a otro se encuentra en la caracterización transexenal del proyecto de López Obrador. Como poderoso jefe del Ejecutivo, el tabasqueño tuvo la capacidad de fuerza para imponer la candidatura de Sheinbaum Pardo por encima de otras figuras.
Sin embargo, el verdadero mensaje de continuidad de grupo no estuvo en la imposición del gabinete, una práctica política del viejo sistema priista que establecía los mecanismos de continuidad entre el poderío del presidente saliente y la dependencia del presidente entrante. Elías Calles, por ejemplo, disfrutaba poner ministros y hacer reuniones de gabinete en su casa, y todos los presidentes en funciones posteriores del ciclo priista configuraban su poder en el número y posiciones de ministros designados.
El presidente López Obrador está mostrando estilos diferentes dentro de un mismo modelo de mantenimiento de la continuidad transexenal: el verdadero poder del presidente saliente no se ha visto en la imposición de secretarios del gabinete de Sheinbaum, tomando en cuenta que los espacios, por ejemplo, para Marcelo Ebrard Casaubón en la Secretaría de economía y Ricardo Monreal Ávila y además Augusto López Hernández en las bancadas legislativas habrían formado parte de un compromiso claro en el proceso de designación de la candidata.
El verdadero poder lopezobradorista en el período 2024-2030 estará en Morena y en este sentido queda clara la razón por la cual la presidenta electa Sheinbaum no tuvo nada que ver con la designación de Luisa María Alcalde Luján como líder del partido. El poder lopezobradorista será binario: el poder administrativo de gobierno que gestionará todas las iniciativas para reorganizar las relaciones de lealtad de grupos sociales determinados con el gobierno estará en manos de la presidenta Sheinbaum y su gabinete y el poder político real que encausará a las masas de lealtades estará en Morena para definir próximas candidaturas a gobernadores, las nominaciones a candidatos a legisladores federales en 2027 y desde luego y de manera sobresaliente la candidatura presidencial del 2030.
Por lecciones aprendidas en sus conflictos con el PRI, luego con el PRD y la decisión de fundar Morena, el presidente López Obrador está creando sus propios hilos de poder y espacios de decisión para su proyecto, mientras todos los partidos de oposición se desgarran en sus estructuras internas, se pelean todos contra todos y limitan sus alcances operativos por la ausencia de una figura dominante que dirija a los grupos del PRI, del PAN y del PRD.
Mientras todos están distraídos con las nominaciones por goteo los jueves de miembros del próximo gabinete presidencial, la reorganización real de los hilos del poder político en el ciclo de Morena parte de las experiencias del viejo régimen priista, pues al fin y al cabo el presidente López Obrador se forjó en esas prácticas de grupos políticos.
El mensaje de fondo de la designación de Alcalde Luján como presidenta de Morena crea un espacio de poder político real del presidente López Obrador donde la presidenta Sheinbaum no tuvo nada que ver. Más que un maximato de funcionarios de gabinete, el presidente saliente se quedará con el partido para designar desde ahí a candidatos futuros, incluyendo a quien encabece la candidatura presidencial del 2024.
Política para dummies: la política se juega con cara de póker.
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